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marioojeda

Vueltos y refritos

Vueltos y refritos

 

Lo he escrito varias veces ya, pero no me voy a cansar de repetirlo: siempre es mejor hacer algo, antes que no hacer nada. Pero, muchas veces, es mejor no hacer nada y “esperar a ver qué pasa”, como dicen que dijo Lennon cuando se separaron Los Beatles.

Cuando la oferta supera la demanda, por ejemplo, es común que todo se bastardee. Ocurre con las ofertas: muchos negocios ofrecen sus rebajas, y venden menos que cuando no estaban en oferta. La gente es así. ¿Por qué voy a comprar eso ahí? Si está más barato, debe ser por algo, porque es de inferior calidad, o lo que sea…” Ocurre con los músicos: “Que va ser músico ese, si vive en la esquina de mi casa…” Esa fantasía del estrellato. Pero es una realidad. Y en la música pasa mucho. Hoy por hoy, por ejemplo, los bolicheros, los dueños de los garitos donde un grupo o un trovador pueden presentar sus canciones, se han convertido en “empresarios del espectáculo”. Deciden sobre tu arte, y sobre lo que te van a pagar (cuando pagan). “Tráeme un demo que lo escucho y te digo si está bien…” Pero, ¿sabes tocar la guitarra?...” No, pero yo decido quien toca o no en mi bar...” La teoría del manoseo. La actitud chulesca, como dicen por acá.

Después, te prometen cinco y llegado el momento te ofrecen dos, “porque vino poca gente”.  O “porque no me fue muy bien, casi no hicimos caja…” Y uno se da vuelta, ve el bar lleno de gente, y piensa: “¿Pero cómo me dices que no facturaste, si el bar está lleno?...”

Pero los pibes quieren tocar y, si es necesario, pagan por hacerlo. Y vos, humilde practicante de este oficio, que llevas 20 o 30 años comprándote instrumentos, equipos, ensayando, aprendiendo a tocar, o lo que sea, te encuentras de repente en una situación muy odiosa, porque tus propios “compañeros de oficio” te hacen competencia desleal, muchas veces inconscientemente, yendo a tocar por muy poco, o directamente gratis a cualquier lado, y uno quiere vivir de esto, o al menos intentarlo, y claro, así no se puede, obvio.

Pero es que, además, a nadie se le ocurre, por ejemplo, llamar a un fontanero, a un albañil para hacer algún arreglo en tu casa, a un pintor, a un electricista, y ¡luego no pagarle! A lo sumo preguntas antes: “Che, ¿cuánto puede costarme esto?” Tanto por ir, y tanto por arreglarlo…” Ah, ok, vale, lo hacemos. O no. Pero si viene, le tienes que pagar.

Con los músicos, en cambio, pareciera no ser así. Bah, de hecho, no es así. Ahora ya no me ocurre, pero al principio, cuando no me conocían, a veces iba a algún bar para ofrecerme a tocar, y por ahí me decían: “Vale, te doy una fecha para tal día…”. Ok, y ¿cuánto me vas a pagar? “No, nada, nosotros no pagamos acá. Te damos el lugar para que te muestres, así la gente te va conociendo…” Pero, escúchame, yo tengo que traer mis equipos, el sonido, la gente –o sea, el público, que va a consumir-, es tu bar, vos deberías moverte, hacer publicidad, pegar carteles…” “No, no, nosotros no hacemos nada, solamente te damos el lugar…” A lo cual, por supuesto, respondía: “¿No quieres que me meta un cepillo en el culo y te limpie el piso, de paso? ¿O que te la chupe un poquito? Digo, porque no te compras una tortuga y te vas despacito a la concha de la lora, así te dura más el viaje?...”

Claro, después era yo el resentido, por supuesto. Pero, en fin, así son las cosas. Algunos nacen con las estrella, y otros nacen estrellado, como me dijo alguna vez León Gieco. Y no me estoy quejando tampoco. Estoy haciendo, como casi siempre, un análisis de situación. Esta es la realidad, la verdad verdadera, como decía Lalo de los Santos. Lo otro son películas que la gente se inventa, o que compra, o que fantasea, o se cree. Otra cosa, la realidad.

Es como el tema de grabar discos. Todavía hay gente preocupada por eso. Y no se da cuenta de que lo que importa es tocar, como antes, como siempre. He conocido gente acá, en España, que ¡ha sacado créditos bancarios para editar un disco! Pero, lo peor, es que se gastan una pasta en hacer un disco, entre músicos, estudios, prensado, tapas, y demás, y ¡después se encuentran con los CD amontonados en cajas debajo de la cama!

Y esa no es la alternativa: la alternativa real, la verdadera, es que si tienes, que se yo, 20 o 30.000 euros para editar un disco, lo que tienes que hacer es grabar 10 canciones más o menos en un ordenador, con algunos músicos amigos (¡que no te cobren!), pagar la edición de 1000 CD, que eso sale alrededor de 1200 euros, y los otros 29.000 euros ¡ponerlos a difusión! En radio, en carteles, organizando una gira por todos lados, es decir, mover el dinero para difundir tu obra, no gastarse todo ese dinero en grabar un disco que después nadie va a escuchar. O casi nadie, que al fin y al cabo es lo mismo, ¿no?

Pero ese ya es tema de otra crónica. Hasta entonces.

© Mario Ojeda, Granada, 30/1/2010

 

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