Blogia
marioojeda

Recordando a Cesar Hermosilla Spaak

Recordando a Cesar Hermosilla Spaak

Lindo asunto. Ahora resulta que debo escribir algo sobre Cesar Hermosilla Spaak, mi querido Cesar. Y llevo ya como diez días dándole vueltas en la cabeza, y no logro decidir sobre que catzo escribo. Buena faena me encomendaron.

A ver. Para empezar, conocí a Cesar allá por fines de 1980, principios de 1981, en el viejo departamento de la calle Remedios de Escalada, en Resistencia, que compartía con Blanqui y un Patricio de meses. Miro ahora al hombretón en que este se ha convertido, y no puedo más que recordar esa época con nostalgia. Creo recordar incluso que yo tenía entonces el pelo muy corto, porque estaba terminando la colimba –sí, soy de esa época, ¿y qué?- Me lo presentaron Juanjo Córdoba y Alejandro Ruiz. Aparentemente, Cesar ya era famoso, o algo así, al menos en ciertos ambientes. Bueno, siempre le gustó rodearse de gente medio “conchetita”, como decíamos por entonces –sobre todo si eran mujeres-. Que una cosa no quita la otra. Recuerdo una tarde entera, Cesar sentado en su tablero, dibujando –allí me regaló un dibujo que aún conservo-, mientras yo le cantaba una canción tras otra, porque él me había dicho que quería escucharme, a ver que hacía.

Por ese entonces integrante de ETCETERA, la productora cultural que compartía con Rubén López y Carlos Aguirre, quienes ya habían llevado a Resistencia a los Almendra, en la gira nacional de reunión, en diciembre de 1980, y también habían llevado allá al grupo rosarino Irreal, con Baglietto, Mario Corradini, Sergio Sainz, Claudio Cardone y si mal no recuerdo, el recordado Daniel Wirtz, el hermano de Manuel, por ese entonces un nene, en batería.

Cesar me escuchó pacientemente, canción tras canción, y al terminar, me dijo a quemarropa: “¡Pero vos cantás desde el resentimiento, no desde la poesía!...” Si, le dije. “¿Y qué? Cada uno canta desde donde se le canta…” Me miró, serio, sonrió luego, y me dijo: “Me haces acordar a mí, a mis 20 años…” “Bueno, empezamos bien, le dije. Ya tenemos algo en común…”

Tiempo después, ya mudados a la gran casona de la Avenida Rivadavia, un día fui con Chili Maidana, quien me acompañó hasta la puerta y luego se fue, así que me quede solo, y le solté: “A mí no me podes dejar en ascuas. A los demás quizás, pero a mí me tienes que explicar esto…” Blanqui se debe acordar, porque estaba sentada con nosotros tomando mate. Era un lío interno, que no quiso explicarme, pero que tiempo después entendí.

A ver: lo voy a decir claramente para que no queden dudas. Cesar fue importante para Resistencia, y apostaría sin dudar que fue indudablemente importante para un montón de gente. Para mí, sin dudas. Dicho de otro modo: el vacío que Cesar dejó, no sólo en la agitación cultural resistenciana, como en el periodismo chaqueño, no lo llenó nadie. Habrá habido otros, tanto o más talentosos, tanto o más comprometidos –al fin y al cabo, errar es humano, lo mismo que la contradicción, como cantaba Lerner, y Cesar se equivocó muchas veces-, pero eso no le resta meritos. Antes, al contrario.

Fuimos amigos desde entonces. Antes de mudarse de allí, con Cesar y otra gente hacíamos “El Ángel Subterráneo”, una reedición de una revista subte que Cesar había hecho tiempo atrás. Entonces hice mi primer reportaje publicado, a un lustrabotas, en la calle Antártida Argentina, junto al “Tino” Espinoza. Seguí su periplo de mudanzas –Cesar siempre andaba mudándose-, primero hasta el departamento de la calle Güemes; luego a Buenos Aires, al departamento de la calle Rincón, que le había alquilado Mona Moncalvillo, cuando Andrés Cascioli se lo llevó a trabajar a Buenos Aires, como secretario de redacción de la revista “Superhumor”, en Ediciones de La Urraca, y trabajaba codo a codo con los próceres intelectuales de entonces. Pura mierda, en suma, el tiempo mostró, como siempre pasa, las agachadas y endebleces de varios de ellos.

Al tiempo, ya se había ido de “Superhumor”, y fue a trabajar con Gabriel Levinas, a la revista “El Porteño” –yo estaba en Buenos Aires también, así que esto debía ser hacia principios de 1983-, y se había mudado a un departamento en Villa Crespo. Por cierto, a Levinas lo encontré allá por 1999, en Buenos Aires, porque fue a revelar un rollo de fotos al comercio donde yo estaba trabajando entonces. Le conté lo sucedido y se quedó de piedra, diciéndome “Justo estaba tratando de ubicarlo, porque quiero hacer una revista otra vez, blablá… Y yo tuve algunos desencuentros con Cesar, ya sabes, pero sigo pensado que es un tipo necesario…” Me acorde de Bertolt Bretch, y aquella frase sobre los tipos imprescindibles…

Por el departamento de Villa Crespo pasaban todos, siempre pasaba gente por las casas de Cesar. Antoliano Rojas, Baglietto, Silvina Garre, Ruben Goldín, Abonizio, Miriam Cubelos –creo ahora está viviendo en México-, Juan Manuel Monfrini, el “Zappo” Aguilera, Fito Páez, y algunos más, fueron algunos de los tipos que conocí en las casas de Cesar. Ahora que recuerdo, recién llegado a Buenos Aires, Cesar (con Blanqui y Patricio a cuestas), se quedó unos meses en el departamento que Fito compartía en La Boca con el “Zappo”, en la Calle Pedro de Mendoza al 1850 (cuando hablan algunos de las pensiones en que vivió Fito…en fin: sin comentarios)

Después, allá por septiembre de 1984, yo me fui a vivir a Gesell, y un poco perdimos el contacto, aunque siempre nos escribíamos o hablábamos a veces por teléfono –ya saben, la internet era sólo un invento de Julio Verne en su libro “París en el siglo XXI” por entonces-.

Nos volvimos a ver sólo una vez más, allá por 1988 o 1989, en un viaje que hice a Resistencia, y fui a visitarlo. Me habló de un programa de radio que había empezado a hacer, o que iba a hacer en Corrientes, y luego me llevó en su Fiat 600 a visitar a Blanqui y Patricio al barrio Guiraldes. Nos dimos un abrazo y quedamos en vernos en un próximo viaje. No pudo ser.

Llore mucho, intensamente, la noche que papá me llamó para avisarme que Cesar había muerto. Me mandó luego las necrológicas y notas que salieron en “NORTE” y en “El Territorio”, que todavía existía. Llore por él, por nuestra amistad, y me quede con una enorme sensación de desamparo, básicamente por saber desde siempre quien era y, sobre todo, lo que significaba para la cultura de todo el nordeste un tipo como él. Y Blanqui y Patricio, su hijo, deberían saberlo mejor que nadie.

¿Qué más puedo decir? Que lo extraño, eso. Y que así será por siempre. Hasta otra vez.

 

© Mario Ojeda, Granada, 13/2/2010

 

 

3 comentarios

AIO -

Cesar fue un adelantado en la época, porque las frases que hoy leemos en facebook el ya nos las dejaba en sus horarios de radio o en el programa de canal 9 "Juan Pérez Superstar"

Alfredo E. López -

Trabajé con César como operador de la FM en la que pasó sus últimos años. Aunque al principio tuvimos algunos chispazos, la relación laboral fue excelente. Admiro hasta el día de hoy sus múltiples capacidades artísticas y su gran talento. Fue un gran tipo!

Mercedes -

Yo soy la persona que deja flores y un comentario todos los 21 de abril en la radio donde él trabajaba para que nunca lo olviden,yo soy simplemente: "Una oyente"