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marioojeda

El porque de un viaje

El porque de un viaje

 

Diferentes puntos de vista para una misma cuestión, es lo que suele ocurrir en las relaciones entre las personas. No hay blanco o negro, eso es lo que uno suele aprender con el tiempo. Hay mil matices de grises en el medio. Así, uno debe aprender a volverse tolerante con determinadas cuestiones, aún cuando no se comulgue totalmente con ellas. Y esa es, en suma, otra forma de crecer.

Radicarme en España no fue y lo digo muy humildemente, una decisión impulsiva o no lo suficientemente meditada. Siempre estuvo entre mis proyectos personales el radicarme algún tiempo en Europa. Y elegí España porque, mas allá de algunos ancestros, tenía a favor la posibilidad franca del español, esto es, poder comunicarme a través de mis escritos, poemas o canciones sin la barrera trascendental que implica el idioma.

Así y todo, no descarto en un futuro radicarme durante algún tiempo en Londres, París o Ámsterdam, tres ciudades que me fascinaron desde que las visité por primera vez, aunque ya las había conocido antes, lo escribí alguna vez, cuando siendo adolescente leía incansablemente los libros de Julio Verne.

Ahora bien, a un año y medio de estar viviendo en Granada, creo puedo hacer un pequeño balance de mi estadía por estos lares.

En primer lugar, lo que en Argentina me llevó casi 20 años, es decir, armarme un pequeño estudio de grabación, tener mi espacio y tiempo libre para grabar o escribir, acá me llevó apenas un año y medio. Desde ese punto de vista, el balance es absolutamente positivo. En segundo lugar, y no por ello menos importante, me demostré a mí mismo que podía conseguirme un trabajo para vivir dignamente. Este sería un segundo gran logro. Y que conste que no estoy viajando mas, simplemente porque aún no recibí mis papeles de residencia, pero estos van a llegar, tarde o temprano. Me hincha un poco las pelotas tener que depender de un mísero carné para poder moverme libremente, simplemente porque no creo en las fronteras y siempre me sentí un ciudadano el mundo, aunque no dejo de sentirme, ni dejare jamás, profundamente resistenciano, chaqueño, argentino y latinoamericano en particular.

La globalización, con sus ventajas y desigualdades genéricas, es una realidad, absoluta, palpable y, por lo que, intuyo, absolutamente intocable a esta altura de la civilización.

Y aunque uno siga sin comprender como pueden gastarse millones de dólares en armamentos o proyectos de destrucción masiva, habiendo tanta gente que se muere de hambre, sin tener las necesidades mínimas cubiertas, digamos que, en general, esas son cosas que uno no puede cambiar. Aunque esto no quita tampoco que no debamos tratar de modificar mínimamente la pequeña realidad que nos rodea.

Como me decía hace poco un amigo argentino, al menos uno debería poder mandar a la concha de la lora a quien no tenga la perspectiva suficiente de ubicarse y ser solidario o racional en sus míseras opiniones. “Al menos, lo puteás y después te vas a dormir la siesta tranquilo. Si te entendió, bien, y sino, al menos te desahogaste. Algo es algo...”, y creo que tenía razón.

Disfruto enormemente vivir en Granada, como antes disfruté vivir en Gesell, en Mar del Plata o Buenos Aires. Sigo haciendo cosas, sigo grabando mis canciones, generando proyectos, despertando conciencias...algo es algo, ¿verdad?

Claro, a veces me gustaría ser millonario, y tener más posibilidades económicas de hacer cosas, pero siempre me las rebusqué para hacer lo que quería. Sean discos, libros, conciertos, o comprarme una nueva guitarra (¡otra mas!).

Lo que es espejo me devuelve como imagen cada vez que me lavo la cara y los dientes en las mañanas, no me disgusta. Conozco gente que está mucho peor. Y eso que en su momento tuvieron ciertamente la posibilidad de hacer muchas más cosas que yo, pero el tiempo pasa, y termina, casi siempre, acomodando las cosas en su justo lugar.

Lo cual tampoco implica una escala de valores, tipo “yo soy mejor que ellos” o algo así. Digo, escribo, simplemente, que “hay tipos que luchan un día y son buenos; otros, que pelean un año, y son mejores. Otros que pelean muchos años, y son muy buenos. Y está los que luchan toda la vida, esos son imprescindibles...”, parafraseando a Bertolt Bretch. Y que también tengo mis días desmoralizados, sobre todo cuando la comunicación con mis hijos, especialmente la mayor, tiene sus días “conflictivos”, o porque simplemente me levanto una mañana y tomo conciencia súbitamente de cuán lejos están, etc., y aunque lo que mas me jode a veces sea su silencio, también era parte de las leyes del juego desde el principio, no debo asombrarme ahora.

Otros días también me planteo dejar de hacer cosas por otros y ocuparme exclusivamente de mí, pero justo es reconocer que nunca fui así, y que me cuesta mucho obligarme a serlo. De últimas o de primeras, termino mandando a cagar a un par de tipos y ya está: es bueno saber con quien se cuenta verdaderamente a veces. Y aparte, porque hacer las cosas solo es muy aburrido, siempre me gustó juntarme con la gente.

Por eso grabo mis discos en lo de Fran ahora, aunque podría grabarlos perfectamente en el ordenador con el cual escribo esto, pero la verdad es que me aburro, y siempre es mejor que otro maneje los controles, así tienes otra oreja que te escucha, y  ... ¡también podes echarle la culpa si algo sale mal!, no, es un chiste eso. Ya no busco excusas, nunca las busqué concientemente en realidad, voy haciendo, intuitivamente, las cosas que quiero hacer, simplemente.

Y en eso estamos. Creo estar en paz conmigo mismo a estas horas, por si a alguno le interesa saberlo.

Hasta la próxima vez.

 

© Mario Ojeda, Granada, octubre de 2004.

 

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