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marioojeda

Ideas sueltas

Tengo un montón de ideas dando vueltas en mi cabeza, normalmente Quizás demasiadas porque, sencillamente, no suele tener tiempo para realizarlas a todas. Igual, lo intento, ¿eh? Me parece una posibilidad hermosa tener siempre proyectos y no limitarme a pasar por la vida sin sueños. Así y todo, y esto me ocurría ya hace muchos años en Resistencia, mi ciudad natal, hay mucha, mucha gente, que confunde ganas, energía, polenta, con arrogancia. Y nada más lejos de mi sentir. Me apuro porque el tiempo corre, y quiero dejar un montón de cosas hechas antes de irme, es así de sencillo. No tengo ninguna pretensión, a ésta altura, se volverme famoso o millonario. Ni de tener un armario lleno de ropa, o poder pagarme, el día de mañana, el panteón mas caro de cualquier cementerio. Me tiene absolutamente sin cuidado eso. O tener panza, o arrugas junto a los ojos, o abundantes “nieves del tiempo que van clareando mi sien”, como decía el tango. Me importa un pito.

Estoy acá, en la vida, para disfrutarla y hacer cosas. Para conocer gentes y lugares, para respirar distintos olores, para probar todos los sabores posibles, para disfrutar, para sentir, en suma. Y no voy a dejar que anda ni nadie se interponga en el camino para tratar de evitarlo. Sobre todo porque, la mayoría de las veces, se interponen en tu camino por a) simple estupidez o b) por pura envidia, incapaces de hacer nada, ni comen ni dejan comer, como el perro del hortelano. Debería incluir acá una tercera categoría c), que serían los joputas, es decir, aquellos que, definitivamente, se saben mediocres, incapaces, inútiles para crear nada, y entonces te joden por eso. Los que son incapaces de afinar, bah, de cantar siquiera, y se otorgan el derecho a decir “estás cantando desafinado”. Los que no saben siquiera afinar una guitarra, pero te dicen “quizás deberías buscar por otro lado, tocar otros ritmos, porque esos no te salen bien…”. Los escritores o poetas frustrados, esos que nunca fueron capaces de escribir una mierda, y a uno, después de 30 años de venir haciéndolo, igual tienen el tupe de decirte “deberías corregir algunas rimas, porque no siempre le prestas atención…” Mamón. No rimo porque no quiero. Lo hago cuando quiero, y sino, me importa un pito.

Me saco fotos absurdas, para las tapas de los CD, para los carteles, para las notas de prensa, porque sencillamente me importa un comino. Porque odio la gente que se toma demasiado en serio. Porque soy el primero en reírme de mi mismo. Porque no me importa ponerme un pantalón amarillo y una camisa blanca con lunares negros, porque no me importa disfrazarme de payaso para hacer un concierto infantil, mientras me paguen y se me respete por eso. Porque mientras otros, muchos, pierden tiempo en señalarme con el dedo, yo sigo trabajando con la música, con el arte, con la creación. Porque sigo inventando y generando cosas. Porque me sigo divirtiendo, discutiendo contratos con “representantes” de artistas que empezaron a  trabajar en esta historia (ambos, los representantes y sus representados), muchos años después que yo y que si, por una serie de factores que no viene al caso citar, han tenido o tienen cierto reconocimiento, se creen con derecho a pedir cachet irrisorios para un concierto que no vale ni la mitad de lo que piden. Lamentablemente, justo es decirlo también, siempre encuentran algún boludo que se los paga, y contento, con lo cual toda lucha por dignificar el oficio en si, pero también, por poner en su lugar a un montón de desubicados, suele ser un esfuerzo vano.

Pero a ésta altura no voy a cambiar. ¿De qué podría disfrazarme ya? Sé que tengo por delante un montón de canciones por escribir, un montón de conciertos y una larga lista de cosas por hacer. Viajes, abrazos, suspiros, sonrisas, mimos, besos, y más caricias. Me lo merezco. En realidad, nos lo merecemos todos, y solemos tenerlos al alcance de la mano, pero olvidamos hacerlo. Olvidamos besarnos, abrazarnos, mimarnos, decirle a la gente que queremos, cuanto realmente la queremos. Y no es mi caso, lo siento pero no. No me van a enganchar a mitad de camino. La pasión (y a veces el rencor hacia los imbéciles, los hipócritas, porqué no), es básicamente aquello que me mueve. Y mis propias contradicciones también, justo es decirlo. No soy perfecto ni mucho menos.

Pero mientras otros, muchos, ven pasar la vida sin darse cuenta siquiera, yo no quiero ni voy a perderme un minuto de ella.

“Tengo a mano mi guitarra, tengo lápiz y papel. Tengo la emoción intacta, y sueños a flor de piel…”, como digo en esa canción que le gusta tanto a Luis Eduardo o a Vicente Feliú. “Tengo amigos esparcidos, a quien puedo visitar. Tengo ansia de caminos, culturas por recordar…”

Hasta otra vez.

 

© Mario Ojeda, septiembre de 2009.

 

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