Blogia
marioojeda

Acerca de Luis Eduardo Aute

Para la gran mayoría de los músicos cubanos, Luis Eduardo Aute, cantautor español nacido en Filipinas es, sencillamente, “Da Vinci”.  Es decir, un tipo que, siendo considerado básicamente un trovador, nunca se ha limitado a eso. Aute ha escrito libros, dirigido películas, dibujado, pintado, esculpido, y realizado también cuanta actividad artística se le ha cruzado por el camino. Bah, deduzco también ha cambiado las bombillas de su casa algunas vez, pero dejo constancia de que nunca se lo he preguntado. Ahora que lo pienso… se lo voy a preguntar. Esperen que ya vuelvo…

Bueno, lo siento. No coge el teléfono. Pero se lo voy a preguntar en cuanto me cruce con él.

Como el mismo Joaquín Sabina le canta en su “Quien es Caín, quién es Abel”:  “nobleza obliga cuando hablo, de cuates empezar por el. Que te lo digan Silvio y Pablo, Dios y el Diablo, Joan Manuel. Si chamuyáramos lunfardo, los trovadores de Madrid, sin mi compadre Luis Eduardo, yo no pasaba, por aquí…”

Menudo homenaje. El turro usó frases de canciones del propio Aute para homenajearlo, y a la vez, usó también la misma música que Eduardo creó para “Pongamos que hablo de Joaquín”, un juego de palabras, citas, dimes y diretes, en alusión al “Pongamos que hablo de Madrid”, del propio Sabina. Homenajes mutuos, que le dicen, de otro tiempo y lugar, seguramente muy difíciles de recrear hoy día.

Pero lo más maravilloso de todo es que, para mí, Aute nunca se ha planteado de ese modo esta historia de ser “artista”. Bah, ni siquiera se lo debe haber planteado. Lo que, dicho de otro modo, me acerca a él sobre manera, es el absoluto “menefreguismo” que le dedica a su obra.

Entiéndase bien. No es que no le importe lo hace. Lo que en realidad le importa un pito es lo que otros pìensen de él, sean críticas –las menos-, o elogios desmedidos o terriblemente apasionados-la gran mayoría-. Así, me atrevería a afirmar que Luis Eduardo Aute, filipino, español, trovador, galardonado con infinidad de premios y reconocimientos, antes que un “Da Vinci” es –aunque yo también comparta de algún modo esa opinión de algunos- sencillamente Aute, lo cual, visto en perspectiva, es una posición infinitamente mejor. O distinta al menos.

Puestos a escoger, siempre voy a preferir un Aute original, o cualquier otro artista que sea él mismo, antes que una burda copia de otro. Por más buena que esta sea.

Y está bien, vale. Imitar es una forma de empezar, pero uno no puede pasarse la vida imitando a fulano o mengano. Alguna vez, alguna puta vez, deberías empezar a ser vos mismo, chaval. Aunque te vaya la vida en ello.

Dejo constancia también que estoy usando el nombre y el ejemplo de Aute como humilde homenaje, por simpatía, por admiración, por respeto si, pero, por sobre todo, por quererlo como a un par. Sin pretender compararme.

Eduardo es un ejemplo a seguir pero, si algo me une a él, además de un inmenso cariño, es el saber que él sabe que a mi su obra –y la de tantos-, me importa realmente un comino. Por eso me trata como a un par. Soy total y absolutamente conciente de que debo labrar yo mismo mi propia obra, mi propio camino porque, sencillamente, es lo que me va a sobrevivir. Ni más ni menos.

Me lo dijo él mismo hace unos años, cuando en sorna le dije: “Toda la noche regalando autógrafos y firmando libros, y a mi no me tocó ninguno…”, y Aute, sonriendo, me dijo: “No me gusta agobiar a mis amigos con lo que hago…”

Y no quiero sonar pedante. Admiro y disfruto plenamente sus música. Como la de Fogerty, la de Serrat, los viejos Deep Purple o Led Zeppelin, Jim Croce, Nebbia, los Eagles y tantos otros. Encuentro en ella una sincera inspiración. Me inspira aún mas saber que, curiosa y felizmente, y a diferencia de tantos, Eduardo es absolutamente coherente en su obra y discurso, con su vida privada, digamos.

Como le dije una vez: “a mí me das optimismo, porque imagino un futuro así para mí, creando…”, y Eduardo, riéndose, me dijo: “Mirá vos, nunca me llamaron de ese modo. Me han dicho cabrón, ejemplo a seguir, renegado, histérico y un montón de cosas mas, pero, optimista…no, eso nunca”

Me hincha un poco las bolas citarme en una crónica escrita por mí, pero a veces, sólo a veces, resulta mas contundente que citar otros ejemplos. Más que nada, por haberlos vivido, sufrido, o disfrutado en carne propia.

Como alguna vez me dijera Lalo de los Santos, “lo mejor es no conocerlos, Mario, así podés seguir admirándolos sin decepcionarte…”

Pero, en el caso de Aute, no creo –felizmente- que esto sea así.

Vaya por eso el homenaje al “menudo punto filipino, que va desnudo en ascensor…”, como canta Sabina, “lámpara autista de Aladino, copa de vino, embriagador…”

Hasta otra vez.

 

© Mario Ojeda, 31/08/2009

 

 

 

0 comentarios