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marioojeda

Produciendo 8

Produciendo 8

Asi que sigamos un poco más. Producir no es mas, como me decía alguna vez Alberto Lucas, que el pomposo nombre que se le da a tener una idea, y luego llevarla a cabo. Si además deja dinero, tanto mejor. Pero no es más que eso. De hecho, muchas veces se hacen cosas –y esto es primordial en producción: tener en claro para que catzo vas a hacer tal cosa-, no porque vaya a dejar dinero –aunque arriesgues cierta cantidad de dinero para hacerlo-, sino porque, si sale bien, con el sólo hecho de no perder pasta, ya puedes jugar en otro nivel.

Les pongo un ejemplo concreto. Cuando llegue a Granada, a principios de 2003, preguntando, preguntando, aterrize en La Tertulia, el bar emblemático de los cantautores granadinos. Y allí me quede, un poco bastante porque no había –ni hay ahora tampoco-, mucho más. El tema es que, entro, y veo que no cobraban entrada, y que tocaban sin amplificar, con guitarras criollas, a pelo, como dicen por acá, y yo me decía: “¿Y esto? ¿Qué es esto? ¿Qué tiene que ver esto con el rock?...” Nada, evidentemente. Si hubiera aterrizado en “El Ruido Rosa”, el bar donde suelen juntarse los “indies” granadinos, seguramente me hubiera conectado con otra gente pero, bueno, aterrize allí. Asi que me dije: “Y bueh, tendremos que empezar a producir…”, aunque no tenía ni cinco de ganas. Pero lo hice. Sin ganar un mango. Casi dos años produciendo conciertos en un teatro de un barrio granadino, el Zaidín, a pocas calles de donde se hace todos los años el Festival de Rock del Zaidín, uno de los más longevos de España. Un teatro. Con sonido, con luces, donde se cobraba una entrada, donde las guitarras podían enchufarse a cajas de inyección, donde podías ponerle un poco de reverb, un poco de delay, un poco de chorus, tanto a  las guitarras como a la voz. Como al principio no funcionaba mucho, en cuanto a público, empece a programar dos cantautores, y dos grupos de rock. Dos años despues, había pasado por allí un montón de gente que hoy empieza a ser reconocida en toda España –Zahara, Ana Lógica, Fran Fernández, Jose Antonio Delgado, los chicos de la BBC, etc.) Nunca gane un mango, insisto. Pero me sirvió para hacerme chapa de productor, para demostrar que se podía. Hoy, casi todos ellos han grabado discos, tocan con sonido, y andan mostrando sus canciones por toda España. Al cabo de dos años, como les decía, empezó a llamarme gente de otras provincias, para que les organizara conciertos, atento a lo cual, claro está, empece a responder. “OK, pero yo cobro tanto…” Fin de la historia. Nadie quería pagar para que le produjera sus conciertos. Y yo respondía: “perdón, flaco, pero este es mi laburo. Sino, hacelo vos…” Curiosamente, muchos de ellos hoy pagan un alquiler para tocar en salas, que incluye, como es lógico, sonido, luces y taquilla. Algo avanzamos. Está todo bien. No pasa nada. A mi me sirvió. Y de eso se trata. De saber que (en un principio), lo que vas a hacer, sino va a dejarte dinero, que al menos te deje algo. Sobre todo, si ese algo es lo que vos pretendías desde un principio que te dejara.

Esta historia no era nueva para mí. Cuando empece a tocar en público, allá por diciembre de 1980, como no había demasiados lugares, hice exactamente lo mismo. Me invente un lugar. Hable con la madre de un amigo, a la sazón, vicedirectora de una escuela, y le dije: “yo quiero organizar conciertos allí, y les dejo dos pesos de cada cinco a la cooperadora del colegio…” Me dijo que sí, obvio, y esos fueron los casi legendarios conciertos en la Escuela 33, en Resistencia, Chaco, mi ciudad natal, por donde pasaron todos o casi todos los que andaban dando vueltas con la música entonces. A mi me sirvió. No gane dinero, pero si un lugar para tocar, cobrando una entrada, con sonido, unas pocas luces. Pero demostre – y me demostre-, que se podía hacer. Meses despues, ya estaba abriendo los conciertos que dieron en Resistencia gente como Nebbia, Porchetto, Baglietto o León Gieco.

Años despues, allá por 1990, o 91, viviendo en Villa Gesell, volvió a ocurrirme lo mismo. No había lugares para tocar en invierno. Nadie te pagaba un duro por ir a tocar a su bar. Asi que fui, y le dije a un amigo que tenía un bar: “Yo vengo cada quince días a tocar a tu bar, gratis, con la única condición de que me vayas a buscar en tu camioneta, carguemos los equipos, y al terminar, me llevas otra vez. No cobraremos entrada, asi que gente va a venir seguro, y vos vas a vender muchas cervezas. Además, yo me ocupo de la publicidad…”

Otra vez, me dijo que sí, obviamente. ¿Y que hice yo? Bueno, como trabajaba en la radio, y vendía publicidad, y además hacía una revista cultural, para la cual, tambien vendía publicidad, hacía carteles con avisos publicitarios, y salía a venderlos por allí. Luego, el día del concierto, viniese gente o no, lloviera, diluviase o hiciera mucho frío, yo ya tenía mi paga por tocar, con el dinero de los avisos. Además, claro está, vendía casettes con mis canciones en los conciertos. Que todo suma. Allí fue cuando el “Tano” Gianfranco Pagliaro, un cantante muy conocido en Argentina y en algunos países de latinoamerica, me dijo un día que vino a uno de esos shows:

“Vos, Mario, te preparas el guiso, lo difundes y te lo comes solito…” Allí fue tambien, donde un día, despues de haberle regalado un ejemplar de la revista que hacía, “Arte Geselino”, recibí una carta de Eduardo Gudiño Kieffer, escritor y periodista, ya fallecido, a quien siempre recuerdo con mucho cariño: “Me gustó mucho tu revista, Mario. Es amena y entretenida. Y además, veo con agrado que sos un soñador, pero no sos un boludo: tienes un montón de publicidad, y eso debe dejarte dinero, que no es que sea lo primordial, pero es necesario…”

Así las cosas, recordad: “Siempre debes tener en claro para que vas a hacer algo, que pretendes conseguir con eso”. Ese es un concepto elemental para empezar a producir: saber adónde quieres llevar el barco, antes de zarpar.

La seguimos.

 

© Mario Ojeda, Granada, 28/7/2010

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