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marioojeda

A modo de excusa

A modo de excusa

Tenia apenas 20 años, recien cumplidos, cuando actue antes que León Gieco en el Cine America de Corrientes, Argentina, hoy convertido, como tantos, en un templo evangelista. Venía de tocar con equipos berretas, duros, pesados, de poca fidelidad, ya saben, lo que nosotros podíamos permitirnos entonces, y me encontre de pronto probando audio para tocar antes que León: un sonido prístino, transparente, gigantesco para los cánones de la epoca, y con la excelencia de Osqui Amante, nada menos, manejando los controles. Tampoco era nada de otro mundo, mirándolo desde hoy: una mesa de 8 canales, reverb, algo de delay, chorus –ahí me entere de que existía el chorus para la guitarra-, micrófonos de buena calidad, monitores de retorno, 1000 vatios de P.A…

“¡Cómo cantaste hoy!”, me decían al terminar. Claro, ¿cómo diablos iba a explicarles que no era yo? Mejor dicho, que si, que era yo, que lo que se escuchó claramente por vez primera, era mi propia voz, mi pedorra interpretación de guitarra y las mismas canciones pedorras que sigo escribiendo ahora. Pero, ¿cómo explicarlo sin tener que justificarme? ¿O que me malentendieran? Meses despues, y con esa experiencia como antecedente, ya iba entonces afirmando que, si me dieran la difusión, el tiempo para ensayar necesario, y los equipos de Serú Girán, por ejemplo, yo podía perfectamente cantar en Obras-el templo del rock en Argentina para esa época-. Por supuesto, todo el mundo se reía, o me tomaban simplemente por engreído. Y nada más lejos de la realidad. Apenas un año después, estaba cantando en B.A.Rock IV, precisamente en la cancha de hockey del estadio Obras Sanitarias, al aire libre, y pude decírselo claramente a Miguel Rojas: “¿Viste que tenía razón, Miguel? ¿Viste que tenía cuatro o cinco temas para cantar en Obras…?” No le gustó, claro, pero seguramente no me respondió bruscamente porque comprendió la arrogancia insconciente y la vitalidad de mis 21 años entonces.

Pero, lo que quiero decir, en suma, es que nada sería posible sin tener los medios para hacerlo. Sobre todo, los medios económicos. Y no quisiera resumir un hecho artístico en una cuestión de dinero, pero esa es la realidad, en primera o en última instancia. Si uno despega un poco las capas de la cebolla de todo producto artístico exitoso en el ámbito comercial, podrá apreciar claramente, cuan cómodo fue, para algunos, su empezar. La dura realidad –auque para algunos no haya sido tan dura-. La verdad verdadera, no la virtual, como decía Lalo de los Santos.

Hay en españa un trovador muy conocido, un verdadero talento, Javier Ruibal, quien no pudo dedicarse a vivir exclusivamente de la música hasta no pasados largos los 40 años. ¿De que vivió mientras tanto? ¿Cómo crió a sus hijos o se compró el piso en el que vive? Con el sueldo de la mujer, ni mas ni menos. Aplicó la regla de Javier Krahe, cuando le preguntaron que consejo le daría a un trovador que recien empeiza: “Que se busque una mujer a sueldo…”, fue su respuesta. Si seré boludo yo: ni eso tuve. Es decir: no solamente nunca tuve detrás un productor, un partido político, un gobierno provincial o una discográfica multinacional. No, yo, gil de mí, no solamente tuve que bancarme solito sino que, además, banqué también toda una historia familiar. Y no me estoy quejando. Digo las cosas como son, sencillamente.

Una cosa es cierta: el tiempo está de mi lado. Siempre estará de tu lado si sabes adonde vas. No es cuestión de esperar que alguien venga a resolver las cosas por ti. Nadie viene ni vendrá nunca  a hacerlo.Cada uno se rasca donde le pica. Es sólo que, desde adentro, nunca suelen verse las cosas con la misma claridad.

Se lo decía días atrás –medio en broma y medio en serio-, a un amigo. Me decía cuán agobiada estaba por el tema económico, que no había indicios de recuperación para la crisis económica que estábamos pasando, etc. Le dije: “Bueno, pero, ¿cuánto vale tu casa? –una hermosa casa con dos baños, cuatro habitaciones, piscina, parque, parrilla, cochera- ¿Medio millón de euros? Hay departamentos de dos ambientes por 100.000 euros. Vendela, y ya está. Ahí te ahorrás casi 400.000 euros. ¿Cuánto vale tu camioneta? ¿25.000 euros? Vendela. Hay cochecitos usados muy buenos por 3000 o 4000. Con la diferencia, ya tienes un toquito para empezar a producir en serio…” Ah, claro, me dijo, pero entonces mis hijos van a tener que vivir todos apretados en un departamento de dos ambientes, y no se van a resignar a bajar de su nivel de vida. “Vos tampoco…”, le conteste, sonriendo. Es decir, estás apretado porque queres, no porque no tengas elección. En mi caso, fue distinto. ¡Yo no tenía elección! Y no me estoy quejando, ni justificando –a pesar del título de esta crónica-. Estoy tratando de ser claro y racional, nada más.

Admiro profundamente a la gente que es capaz de “recular para tomar empuje”, y tiene el valor de empezar de nuevo, vendiendo lo que tiene y arriesgándose, cuando quiere invertir en algo. “El mundo es de los audaces”, decía siempre mi abuela. Pero no siempre se tiene la oportunidad de elegir. Y fíjense que curioso: no estamos hablando de música. No estamos hablando de arte. Hablamos –hablo- de la vida, en suma. Podría gastar varias páginas escribiendo todas las veces que, pudiendo comprarme algún instrumento, o cosas así, tuve –por elección, aclaro- que gastarme ese dinero en pagar impuestos, comprarles ropa a mis hijos, o pintura para la casa que compartía con ellos y mi mujer. Hoy ya no, ¿ven? ¡Ni siquiera tengo casa propia! Pero, si me apetece tomarme un helado, me lo tomo. Si me apetece pasar por una casa de música y comprarme cuerdas, un pedal de efectos o una guitarra nueva, voy y me la compro. Si me apetece hacer un viaje, voy y lo hago. Así de sencillo. No tengo ya que darle excusas a nadie. No tengo que justificarme. Seguramente no voy ya a volverme famoso ni millonario con la música esta altura, pero, ¿quién va a quitarme lo bailado?

Asi le dije hace unos meses, medio en broma, mucho en serio, a Carlos Andreoli, un entrañable poeta y trovador argentino, ahora viviendo mitad en Buenos Aires y la otra mitad del año en Granada: “El asunto pasa por saber si, en el hipotético caso de que te ganaras la lotería, seguirías haciendo esto…” “Pero, ¡claro!, me contestó. Yo lo tengo muy claro: ¡por supuesto que seguiría haciendo esto!..” Mirá vos, le contesté. Yo, en cambio, haría como Zita Troilo: “Si es por mi, ¡se van  todos a la puta que los parió! ...”

Sin dejar de hacer música, claro, que eso está en mi sangre y es mi vida.

La seguimos.

 

© Mario Ojeda, Granada, 21/9/2010

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