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marioojeda

Nuevas consideraciones acerca del oficio de músico

Nuevas consideraciones acerca del oficio de músico

Llevaba varias semanas sin escribir nada, sencillamente por falta de tiempo. Asi que, no sé por donde empezar –tengo muchas más ideas en mi cabeza, que tiempo para escribirlas, como me pasa siempre-. A ver, por donde empezar… Partamos de un punto equis: ser músico es un oficio como cualquier otro, pongamos por caso, un fontanero. A nadie se le ocurre preguntarle a un plomero por la marca de las herramientas que tiene. Simplemente, porque son eso: herramientas que él tiene para trabajar. Es decir, se te descompone el calefón –calentador-, que pierde agua, por ejemplo. Llamas al fontanero, el tipo viene, mira, y te dice: hay que soldar acá y acá. Punto. Lo hace. Cobra por eso y se va. No te pide “tal y tal soldador, tal estaño, tal alicate, tal pinza, tal llave…”. No. El tipo las trae en un maletín.Con el músico, debería ocurrir lo mismo. Un mínimo de herramientas básicas tienes que tener. Esa es tu inversión: comprar las herramientas mínimas para trabajar. Pero luego, en verdad, lo que importa es lo que hagas con esas herramientas.

Es decir, a nadie le importa la marca de la guitarra que uses, o el teclado que tengas. No. Lo que se pide, lo que se pretende, cuando alguien contrata a un músico, es que este haga su parte bien. Que toque en tiempo, que cante afinado. Nadie, cuando te escucha, va a decir: “¡Como suena la escala mixolidia de La mayor tocada a través de esa telecaster HAMMER –o la marca que sea-, tocado con púa a través de una pedalera ZOOM conectada a un MESA BOGGIE RECTIFIER! ¡A nadie le importa eso! Se trata de entretener, simplemente. Que la letra de tus canciones se pueda cantar, que el solo de guitarra que hagas se pueda recordar. Mejor aún, que se pueda tararear.

Hay gente, mucha, que no entiende esto. Se pasan años tratando de comprarse tal y tal equipos, para al final, cuando los tienen, siguen haciendo una música de mierda, cantando horrible, desafinados, o tocando fuera de tiempo. ¿Para qué diablos perdieron tantos años de su vida aspirando a tales instrumentos, para encontrase luego en ese punto?

Uno debe hacer lo mejor que puede con lo que tiene. Siempre ha sido así. George Harrison le compró su Gretsch, esa guitarra negra grandota que usaba en los primeros discos y giras con Los Beatles, a un marinero americano en Hamburgo. ¡E hizo una música bárbara con ella! Luego, claro está, pudo comprarse instrumentos mejores –todos los que quiso, en realidad-. Pero al principio, usó lo que tenía a mano. Y así todos: Springteen, Dylan, B.B.King… ¡todos! B.B.King, ya que lo nombré, por ejemplo, es hoy una leyenda viviente del blues. ¿Y saben que? Más allá de la música que hace, lo realmente llamativo de B.B.King –como Buddy Guy, Howlin Wolf, o tantos bluseros negros históricos-, no es tanto lo que toca hoy o ha tocado. Lo llamativo es, insisto, que un tipo sin estudios, proveniente no ya de una familia humilde, sino, sencillamente, de una familia de un nivel económico paupérrimo, que recolectaba algodón en Missouri, haya podido llegar a ganarse la vida tocando la guitarra. Eso es lo verdaderamente destacable. Que se haya enfrentado a la vida, y le haya ganado la partida. Eso, insisto, es lo verdaderamente hay que resaltar. Todo lo demás, lo siento, pero son boludeces.

El aguantar, simplemente, puede algo ser realmente destacable muchas veces. ¿Alguien se acuerda el nombre de los músicos de Janis Joplin? ¿O de los músicos que tocaban el bajo y la batería en los Bluesbreakers de John Mayall, donde debutó con un disco inmenso un tal Eric Clapton? No. Nadie se acuerda de ellos. ¡Joder! Hay mucha gente, muchísima, que no sabe quien es Peter Green. Pero de Clapton si se acuerdan. Es mas, mucha gente sabe quien es.

Porque, al fin y al cabo, de eso se trata al final. De estar siempre ahí, subido al caballo, tratando de domarlo. A algunos se les da enseguida. A otros, les toma años. Y a otros no se les da nunca, pero la cuestión pasa, siempre, por disfrutar el camino.

Y, sobre todo, no querer abarcar más de lo que uno puede.

Hace unos meses, un amigo me ofreció venderme un BMW, cuatro puertas, diesel, modelo 2000, con apenas 120.000 km., por 2500 euros. Le dije que no, gracias. ¿Por qué?, me preguntó… “Mirá”, le contesté. “Apenas puedo mantener el corsita, que cualquier arreglo me sale 50 euros, y cambiar un espejito 15, ¿cómo voy a mantener un auto que cualquier entrada al taller me cuesta 300 o 400 euros? ¿Y si me rompen un espejo retrovisor? Eso son 400 euros, mínimo… yo no lo puedo bancar, macho. Dejame con el mío nomás…”

Lo mismo ocurre con los instrumentos… ¡o los discos! Hay gente que toma un crédito bancario para “grabar” un disco. Y se gasta toda la pasta en eso. Luego, descubre que tiene que “fabricar” el disco ahora. El soporte físico, las tapas, etc. Que luego hay que “distribuirlo” –es decir, conseguir que alguien te los reparta por las disquerías para poder venderlo, y que eso también tiene un costo-. Y que luego hay que “promocionarlo” – es decir, pagar para que lo difundan en las radios-, y nada de eso puede hacer. Así entonces, termina vendiendo su disquito en los conciertos. ¿Cuánto tiempo le va a llevar eso? Digo, ¿cuánto tiempo le tomará recuperar la inversión? Porque, además, cuando vas juntando dinero, te lo vas gastando. Muy poca gente tiene el suficiente orden y constancia para “reinvertir” el dinero obtenido con la venta de esos discos, guardarlo en una cuenta, para luego, dentro de 3 o 4 años, empezar la historia otra vez –grabar otro, fabricarlo, distribuirlo, etc.-

De todos modos, quisiera aclararlo –aunque para mi esté muy claro-, que esto no significa conformarse. Nada de eso. El ser humano es ambicioso por naturaleza, y yo no soy una excepción. Pero mis ambiciones pasan mas por viajar, o por tener salud y mantener mi trabajo, o que la gente que quiero tenga salud y trabajo, mas que por poder comprarme una nueva guitarra, una casa, o cambiar el coche. De hecho, algo de esto he logrado con mis compañeros de ruta. Antes viajábamos después de comer, llegando casi sobre la hora al lugar de la actuación, lo suficientepara probar sonido, tocar, cenar algo, luego irnos al hotel y al otro día mas o menos lo mismo, si es que no nos tocaba regresar a Granada. Ahora lo hacemos al revés, mucho mas cercano a mi sentir: salimos de mañana, temprano, hacemos varias paradas en la ruta, almorzamos en la carretera, llegamos, nos dormimos una siesta, luego un café, probamos sonido, nos da tiemo para una cerveza, luego el show…etc.

Por correr, yo no quiero correr más ni el autobus, esa es la verdad. Nunca confundí la tristeza con la nostalgia, o la nostalgia con la melancolía. Ni el sendero con la ruta. Ni el destino con la carretera. Son pasos en el camino, con vistas al objetivo final, nada más que eso.

Me voy a tocar la guitarra.

La seguimos.

 

© Mario Ojeda, Granada, 28/10/2010

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