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marioojeda

Clarificando cuestiones

Clarificando cuestiones

Una de las cuestiones principales a tener en claro cuando uno va a producir algo es, ni mas ni menos, saber que catzo va a producir. Así de sencillo. Es decir, no es lo mismo producir un concierto de rock, que un festival de tango. O una rave en una discoteca, o un festival “chill out”, que un recital de poesía -¿hay algo mas aburrido que un festival de poesía? ¡Si!, ¡un festival de blues!-  Bueno, en serio: uno debe tener muy claro “que” va a producir, antes de comenzar a hacerlo.

Tengo un amigo viviendo en Madrid (bah, ahora: antes vivió cuatro años en Londres, y allá lo visite tambien: ¡esto simplemente queria decirlo!). Bueno, se llama Tancredo, fue violinista de León Gieco como 15 años, y ahora vive en Madrid. Entre otros proyctos, Tancredo tiene uno muy piola llamado “Maltango”. Básicamente, es el tocando el violín, sobre una pista de música electrónica que  va pinchando un disc jockey (o Dj, como le dicen ahora). Toca canciones de tango muy, muy conocidas, la línea melódica solamente, y cada tanto mete algunas palabras en español o ingles. Que conste que digo “palabras” y no letras, en serio. Dice, por ejemplo, “kiss me”, o “¡baila, morena!”, o “come on, ¡dancing!”… eso es todo. No hay ninguna pretensión filosófica, existencialista ni cultural detrás. El mismo lo dice: “yo hago esto, y punto”. Y le va bien, muy, muy bien. Varias radios FM en Londres, Nueva York o Amsterdam, por ejemplo, “pinchan” sus temas. Incluso, ha sido editado en varias recopilaciones, ¡hasta en Suiza! Para salir a tocar –suelen contratarlo en discotecas, raves, o incluso producciones publicitarias, a las cuales pone música-, son él y un DJ. Nada más. Dos personas para todo: para viajar, para reservar un hotel, para comprar pasajes en avión, o desplazarse en un coche si la actuación está cerca.Se inventó esta historia, y le va fenómeno. Obvio, aparte toca de invitado de este, de aquel, hace grabaciones, etc. Pero su proyecto es ese. Un concepto, una idea clara, y a llevarlo adelante.

Ahora bien. Yo no hago eso. No puedo entrar en su circuito (¿me imaginan a mi con una guitarra acústica haciendo mis canciones pedorras en una discoteca?). Ni yo puedo entrar en su circuito, ni el puede entrar en el mío (¿o se imaginan a Tancredo en un teatro, la gente sentada, y el y su DJ haciendo música tecno? No, no da).

Digamos que yo estoy en un circuito antiguo. Casi, diría, prehistórico, por no decir perimido. Un circuito en cual, por ejemplo, de entrada nomás se pretende que la gente pague una entrada, y luego se siente en silencio a escucharte… ¡sin conocer tus canciones! ¡Sin haberte escuchado antes por la radio! Ya, ya. “Frekies” hay en todos lados. Y por eso hay 50 trovadores españoles haciendo eso: van de ciudad en ciudad, con sus discos en una mochila, a tocar a bares, para 20, 30, a lo sumo, 40 personas, que pagan una entrada para ver a un tipo anónimo, cantar canciones más anónimas aún… ¡y además les compran discos! Ya lo dije: “frekies” hay en todos lados pero, ¿hasta cuándo se pueden sostener así? ¿Qué proyección tiene eso? Ninguna, en realidad.

Mas tarde o más temprano, la gente se cansará de ir a verlos a bares, habrá otros nombres, otros trovadores, que empezará a recorrer el mismo camino para terminar agotando (y agotándose), realizando el mismo circuito. La única alternativa real de escapar a eso, es conseguir contrato con una discográfica multinacional, que te radie tus temas 15 o 20 veces por día, durante seis meses o más, y así, con suerte, salir de ese circuito y empezar a tocar en pequeños teatros, con una entrada más digna (porque tambien será mas digno el concierto. Seguramente, el cantautor ya no irá solo con su guitarra, sino acompañado por dos o tres músicos detrás).

Así lo hicieron los Serrat, los Sabina, los Aute, los Víctor y Ana, y algunos pocos más. El resto, es decir, los de ahora, parecen estar condenados a seguir recorriendo la geografía española en su cochecito, cargando sus propios equipos de sonido, su guitarra y su maleta con discos autoeditados, a ver cuantos pueden vender en cada show, hasta poder vender casi toda la tirada inicial, para pagarse una nueva. O mejor aún, haciendo un nuevo disco, para autoeditarlo otra vez y comenzar nuevamente el peregrinar. Ya lo dije: un sistema prehistórico, arcaico, en estos tiempos de internet y veloces comunicaciones.

Tampoco es que tengan demasiadas opciones, en realidad. Bueno, si. Hay casos de niñas cantautoras, cuyos padres son constructores inmobiliarios – es decir, gente con dinero-, que ofician de mánagers de sus hijas, pagando ediciones de discos, pagando arregladores, pagando estudios, alquilando sistemas de sonido, pagando músicos, salas de ensayo, y que finalmente terminan alquilando teatros para que “la nena” toque en ellos. Previo pago, además, de una importante campaña publicitaria, sino, ¿Quién los va a ir a ver? Y hay muchos casos, ¿eh?

No es que este mal. No señor. Cada uno hace con su dinero lo que le place.

El punto no pasa por ahí. Otra vez, el tema del concepto. ¿Qué tiene eso de artístico? Muy poco, en realidad, pero es lo que hay. Cada tanto explota alguno igual. Varios ex cantantes de “orquesta de verbena”, como llaman acá a los grupos de bailes populares. Caso David Bisbal, David Bustamente o algún otro que se me escapa. No es que esto este mal tampoco, insisto. ¡Que mas quisiera yo que ser Bisbal, no me jodan! El quía canta bien, baila fenómeno, tiene un show súper ordenado y montado, ¿Qué puede un salame como yo criticar? ¡A mi encantaría escribirle canciones por encargo a Bisbal, y despues pasar cada dos o tres meses por la sociedad de autores a cobrar mi dinero por derechos de autor!, ¿de que me hablan? Es como muchos rockeros que reniegan de un grupo como Maná, por ejemplo, porque dicen que no hacen “rock”, sino “pop” ¡No me jodan! Los Beatles al principio, ¿Qué hacían? ¿Hubieran sido Beatles si no hubiera aparecido un Brian Epstein para poner dinero detrás, conseguirles un contrato de grabación, pagarles grabaciones, y comprárles equipos de sonido para que pudieran sonar al menos decentemente? No, seguramente no. Lo otro, la fama, el dinero, vino despues. Pero al principio fue “Mr. Epstein”, es decir, un tío con dinero, que invirtió en ellos.

Hay mucha gente que no entiende esto. Es decir, “no tiene claro el concepto”, para decirlo otra vez.

El arte, como norma, no da de comer. Les da de comer a algunos pocos, esa es la verdad. Y quien diga lo contrario miente. O es un imbécil.

¿Qué haría yo si tuviera tiempo y edad hoy por hoy para tratar de “desarrollar una carrera musical”? Bueno, entre muchas otras cosas, seguramente me quedaría viviendo en Madrid. Me buscaría un trabajo (o “una mujer con sueldo fijo”, como diría Javier Krahe), para resolver cuestiones tan elementales como comer, ir al dentista o pagar el alquiler, por ejemplo. Y despues me dedicaría a tocar, tratando de hacerlo en centros culturales, que me vería y escucharía más gente que tocando en bares –encima, teniendo que alcahuetearles a sus dueños como si fueran empresarios, para convencerlos de que me dieran una puta fecha-. Visitaría cotidianamente las radios, las revistas, los canales de TV, tratando de colocar algún tema en una telenovela, o que me fiche una editorial que tratase de colocar mis canciones en otros países, para un aviso publicitario, o lo que fuera. Trataría de aprovechar los “medios masivos de comunicación”, como se les llama acertadamente, para tratar de que mis canciones suenen en la mayor cantidad de lugares posibles. Y despues si, finalmente, si pinta alguna discográfica interesada en invertir dinero en mí (seguramente, siempre y cuando yo ya estuviera “sonando” y moviendo gente, que las discográficas no son estúpidas), trataría de firmar el mejor arreglo posible en lo económico, sabiendo casi de antemano que mi disco, además de salir al mercado, va a tener una cierta difusión, sino, ¿para que catzo quiero un disco mas, que no va a escuchar nadie?

Fíjense si este sistema es obsoleto, que cada vez hay menos festivales de cantautores –o cada vez tienen menos presupuesto-, y que en Argentina, por ejemplo, cuando antes, el objetivo a cumplir era llenar el estadio Obras Sanitarias, con un aforo de 5000 o 6000 personas, o el Gran Rex –con un aforo de 3500 butacas-, que eso te garantizaba prensa, difusión y giras varias, hoy, la mayoría de los tipos conocidos, hacen el ND Ateneo, un viejo cine reconvertido en teatro, en el centro de Buenos Aires, donde no entran mas de 800. Y en Madrid, por ejemplo, el objetivo es hacer salas como la Galileo Galilei -600-, o la sala Clamores –no más de 400-. A este paso, en dos o tres años la máxima aspiración va a ser dar conciertos en “el salón o la terraza de Periquito Perez”, como ya está pasando en París, Bruselas, Amsterdam o Berlín, claro, eso sí, “todo muy modernoso”…

¡Los “Imagen” tocaban así en Resistencia!,mi ciudad natal, allá por 1980, hace treinta años, ¡porque no había una puta sala donde tocar! Y si conseguíamos algún teatro, o la sala de actos de la ENET Nro 1, -400 personas-, ¡llenarla era un milagro! En fin…

Ya les dije antes: da para largo el tema, ¿no?

Hasta otra vez.

 

© Mario Ojeda, Granada, 14/8/2010

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