Blogia
marioojeda

Nuevos sueños -2003

Nuevos sueños -2003

A veces pasa que las expectativas que uno tiene, se desinflan como un globo pinchado. Ocurre ésto generalmente cuando uno espera demasiado de ciertas cosas: no es el caso de quién ésto escribe. Hace años que no espero nada de los demás, solamente me gratifica proponerme cosas, tener proyectos, y luego ver de qué manera puedo realizarlos.

Así partí de Resistencia un día, así hice mis discos, mis viajes, mis conciertos, o cada cosa que se me ocurrió, tanto en Gesell, como en Mar del Plata, Buenos Aires. O acá mismo en Granada.

Recuerdo estar en Mardel, y con sólo tres meses de residencia en allí, pedir la sala del Teatro Colón para organizar un recital con Rafael Amor: lo hice, grabé un disco, filmé un vídeo. Algunos amigos se asombraban: la lógica para ellos hubiese sido conseguirme un par de lugares chiquitos para tocar, para mostrarme y no aspirar a realizar un teatro grande. Es el mismo esfuerzo, les respondí. Y para volar, quiero volar alto. Sino, me quedo en mi habitación tocando la guitarra, les respondí. Y no es soberbia, es la confianza que te da el saber que se tiene con qué. Lo demás es espuma, puro ruido y pocas nueces, o “demasiado ruido”, como canta Joaquín Sabina.

Acá en Granada, me ocurre exactamente lo mismo pero al revés: ya no quiero “apiolar giles”, como una vez me dijo León. Hago lo que tengo que hacer y punto. Tengo mi ordenador permanentemente encendido: escribo mis cosas, las guardo, grabo mis canciones, las cuelgo en la red, voy a escribir un libro de canciones (¡otro mas!), salgo a tocar cuando tengo ganas, pero a nadie le interesa tampoco ésto. Casi toda la gente que conozco está sumida en el mismo letargo de otros que, en vez de ayudar, te tiran para atrás. Y no voy a engancharme con eso, no señor.

No quiero esa historia para mí. Existe otra forma de ver y vivir la vida. Y de sentirla. Me quedan muchas canciones por escribir, muchas películas para ver, muchos libros por leer, muchos viajes por hacer, muchísima más gente por conocer.

Deseo vivir las cosas con total intensidad, mojarme con la lluvia, sentir que el viento frío del invierno me pega en la cara, o que el calor humedece mi espalda en verano, pero también disfruto enormenente de las hojas marrones cayendo de los árboles en otoño, o ver esos mismos árboles florecer en primavera. No quiero pasarme la vida durmiendo.

Duermo la siesta porque disfruto con ello, pero una hora está bien. No más. Tengo que seguir creando, debo seguir viviendo, quiero seguir disfrutando del aire que respiro, o de escribir a mis amigos, o de salir a caminar. No importa el escenario. Me he perdido y reencontrado en París, ampollé mis piés en Londres, gozé enormemente con los recovecos de Brujas o Amsterdam, disfruté del aire de Bruselas o caminar las ramblas en Barcelona, pero queda más, mucho más. Queda mucho mundo para ver aún. Me da lo mismo cantar en un bar de mala muerte como hacerlo en un escenario en serio. No se me cae ningún anillo por trabajar de camarero o empleado en un comercio, si tengo que volver a hacerlo.

Recuerdan aquella vieja canción de mi admirado Moris “tiempos aquellos de los rosedales, novias de flores, primeros cigarrillos...nunca el colegio, siempre la vida, y las mañanas de sol aquel...” ¿era Pato trabaja en una carnicería, verdad? Eso quiero. Sentirme así otra vez. La frase de Lía Lerner (la mamá de Alejandro): “uno tiene la edad de sus proyectos”. Qué gran verdad. Estoy en eso. Hasta la próxima vez.

 

Mario Ojeda, Granada, 2003

cenicientadiscos@hotmail.com

0 comentarios