Blogia
marioojeda

Fantasías

Suele ser incordioso mirar hacia atrás pero, sencillamente, no se puede mirar hacia delante si uno no sabe de donde viene. Y, al fin y al cabo, lo que uno vive hoy es siempre consecuencia, no causa. Somos lo que somos hoy, por lo que antes hicimos.

Y lo que seremos mañana, definitivamente, será consecuencia directa de lo que hagamos hoy.

Es así de simple.

Y ahí vamos. Dándole vueltas a la vida. Las fantasías e alguna delirante siesta chaqueña, como alguna vez me escribiera Alejandro Ruiz, hace tiempo que han quedado muy atrás. No hay vuelta de hoja al respecto.

Y tampoco tengo fantasías anexas, del tipo “si hubiera hecho tal cosa, quizás hoy no estaría acá…”

No. Estoy muy contento del camino que he transitado hasta llegar a éste presente.

Reconforta saber que muchas de las cosas en las cuales creía, he podido verlas plasmadas en realidad.

Como el viejo refrán oriental dice: “siéntate en el portal de tu casa, y verás pasar el cadáver de tu enemigo…”

Es más o menos así. Mucha gente que se sintió con derecho a no prestarme atención,

hoy me escriben mails pidiendo que yo le preste atención a ellos. Paradojas de la vida. Ahora son ellos quiénes viven la fantasía de que estás fenómeno (claro que, como decía mi abuelo, “para el arte de pedir, está la virtud del no dar”), y que piden les prestemos atención.

Y no es que estemos del todo mal y no podamos hacerlo. Es que, queramos o no, nosotros también estamos inmersos en nuestra propia vorágine cotidiana, acomodando los tantos día tras día, para sobrevivir, simplemente.

Ocurre también que, quiénes nos dedicamos a tareas artísticas, hace tiempo hemos aprendido a vivir con cierta zozobra. Supongo será distinto el caso de un ingeniero o un arquitecto, por ejemplo, que cuando hay algún “boom” de la construcción tienen mucho trabajo, y que, si ésta se estanca, aparece cierta “desesperación” por no tener un futuro laboral claro.

Nosotros no: los artistas siempre estamos viviendo con cierta precariedad económica, lo cual no implica que a veces podamos darnos el lujo de viajar, o de tener ciertos disfrutes o placeres.

Cuando eso ocurre, es normal que te digan: “Mirá vos, no puedes quejarte. Siempre viajando, conociendo lugares con la guitarra al hombro. ¡Y encima te pagan por tocar!...”

Ante lo cual uno se muerde los labios para detener la tentación de decirle: “No tenés ni puta idea de lo que decís, flaco. Cuando vos tenés un sueldo seguro todos los meses, yo no. Y a veces tenemos épocas buenas, otras no tanto, y otras sencillamente lastimosas. Pero no nos quejamos por eso. Somos lo que somos, y ahí vamos, poniéndole garra y corazón a la vida, sin prestarle demasiada atención a  cosas superfluas, o a las muchas pelotudeces que a vos te suelen preocupar…”

Pero te callas porque al fin, como decía mi abuelo también, “mejor callar que con burros tratar”, y a ésta altura del partido hay muchas cosas que no tenemos ganas de explicar.

Bueno, quizás debería escribir: “que yo no tengo ganas de explicar”, que suena parecido, pero no es lo mismo.

La sola posibilidad de poder vivir de lo que uno hace, ya es un éxito en si misma hoy en día, lo cual, en el fondo, no deja de ser reconfortante.

Y en eso estamos.

© Mario Ojeda, Granada, febrero 2009

 

0 comentarios