Blogia
marioojeda

Objetivos comunes

Alguna gente suele preguntarme porqué, en todo estos años, no he armado una banda, para poder tocar mis canciones. Y la respuesta es muy sencilla: simplemente, no encontré la gente para ello. Ni siquiera es un problema técnico, digamos. Conozco un montón de gente que toca muy bien su instrumento. Grandes guitarristas, pianistas excepcionales, algunos arregladores fantásticos, pero… la gran mayoría de ellos no tienen ilusión, ¿se entiende?

Esto, que puede parecer una pelotudez, fue algo que siempre he tenido muy en claro a la hora de juntarme con otra gente a tocar. No se trata solamente de la parte técnica, o de estar equipados o no (bueno, a Jorge Lizza, por ejemplo, en los primeros meses de “La Banda de La ventana”, en Gesell, por ejemplo, yo le prestaba mi amplificador de guitarra para que el conectara su bajo allí, hasta que pudo comprarse su propio amplificador. Pero Jorge tenía “actitud”).

Tampoco, necesariamente, de tocar mas o menos. Justamente, se trata de tener o no “actitud”. Ilusión, objetivos comunes, saber adónde quieren dirigir el barco, si es que quieren dirigirlo hacia algún lado, por ejemplo, y esto, para empezar.

Creo profundamente en la alquimia energética, digamos. Creo simplemente que, cuando los tres, cuatro o cinco componentes de una banda, por ejemplo, tiran juntos para el mismo lado, las cosas empiezan a salir. Siempre. Podrás tardar más o menos, pero siempre salen.

Y no me refiero necesariamente a conseguir fama o fortuna, que no estaría mal. No. Simplemente, a poder generar proyectos y llevarlos a cabo. Plantearte, por ejemplo, ensayar un repertorio de, digamos, 20 0 25 canciones, como para poder ofrecer un concierto de dos horas. Sacar fotos de los ensayos, como documento. Una vez ensayado el material, encerrarse en un estudio – o en cualquier lugar donde se pueda grabar mínimamente bien-, y grabar esas veinte canciones. Sacar fotos, e incluso, filmar esas sesiones de grabación para un futuro DVD –cosa que, hoy por hoy, se puede hace con cualquier videocámara de uso doméstico, de mediana resolución-. Luego, por seguir un razonamiento de desarrollo lógico de ese material, ofrecer un concierto presentación de lo grabado –otra vez, filmarlo y grabarlo le mejor posible para un futuro disco en directo-, y con el dinero recaudado del concierto, editar finalmente ese material, como es debido. Luego, salir a cantar, a mostrarlo por todos lados, con todo lo que ello implica.

¿Ven?, desarrollo elemental de una historia, digamos. Tan simple de contar y tan difícil de hacer. Porque músicos, hay mil dando vueltas por todos lados.

Ahora, claro, encontrar gente que, además de tocar algún instrumento, quiera implicarse en proyectos, mover el culo, eso ya es otra historia.

Y esa es precisamente la razón por la cual, en tantos años de andar cantando y haciendo cosas por allí, apenas he tenido tres intentos grupales: “Nocredamus”, allá en resistencia durante seis meses de 1981. Luego, “La banda de la ventana” en Gesell, durante el ‘91, `92 y ’93. Y ahora, los “Trovamundos”, acá en Granada, que viene durando casi dos años, desde principios del 2007, y ya veremos como sigue.

Tenía –tengo aún-, un montón de ideas para ir desarrollando crónica tras crónica, pero a veces no tengo tiempo, a veces las ideas son tantas que se me arma una especie de galleta en la cabeza y no sé donde arrancar. A veces, sencillamente, me planteo ingenuamente para que catzo escribo estas crónicas, que a veces infiero a nadie interesan.

Otras, como ahora, mientras escribo estas líneas, estoy escuchando alguna música de fondo, puede ser Coqui Ortiz, los viejos CD de Zitto Segovia, Fogerty, por supuesto, Los Beatles, a veces, algunos de los mil discos que suelen regalarme todos y cada uno de los trovadores con los cuáles me cruzo en el camino, a veces Silvio Rodríguez o, como ahora mismo, Pepe Ordás, otro cantautor cubano que conocí ahora en La Habana, muy amigo de Juan Baglietto, y me engancho en las canciones, y me voy de lo que estoy escribiendo, mientras pienso en cuánta gente hay haciendo cosas por allí, con talento, cantando y escribiendo cosas bonitas, y a nadie le importa.

Y ya no se editan discos, que no sean editados por los propios músicos. Y pienso también en cuánta música se está perdiendo en el camino, por no hablar ya de los sueños e ilusiones de miles de tipos a los cuáles les hubiera encantado poder dedicarse a esto –y algunos con mucho talento-, y nadie hace nada por remediarlo. Y las administraciones públicas, que son - no sé ya si en última o en primera instancia-, quiénes deberían instrumentar los medios como para que tanta buena música, tanta poesía, tantos nombres, no se disuelvan o desaparezcan inevitablemente en el camino, y según pasen los años, después, por mucho que se lamenten, no van a poder hacer ya nada por solucionarlo. Y pienso, y pienso otra vez y, ¿saben qué?, a veces no tengo ganas de pensar más.

Por eso ahora mismo me voy a tocar la guitarra y grabar algo.

Vuelvo en la siguiente.

 

© Mario Ojeda, Granada, 4/4/2009

 

0 comentarios