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marioojeda

¿Una ventana al mundo?

¿Una ventana al mundo?

 

Dice la gente que internet es una ventana abierta al mundo. Puede ser, pero… ¿al mundo de quien? No creo que, por ejemplo, si uno escribe en el buscador “google", por ejemplo, “fotos baño madonna”, aparezca demasiada información. Pueden aparecerte fotos de baños varios, seguro. Muchas mas fotos de Madonna, también. Pero no creo aparezcan fotos de Madonna sentada haciendo sus necesidades en el inodoro. Excepto que sean fotos que haya hecho adrede para algún video clip, o para la tapa de algún disco, o para algún cartel publicitario.

Es decir, en la web aparece, como norma general, “todo lo que la gente quiere que aparezca de sí misma”, o de los demás. O, mejor dicho, “de algunos demaces”, por decirlo así, pero no es que aparezca “per se”, porque algún bichito misterioso colgó de la red algo para ser visto por el mundo. Es precisamente al revés.

En la web, generalmente, aparecen cosas que la gente cuelga para ser vistas por los internautas. Sea información específica, científica, histórica, musical, fotos o videos porno. Están allí, porque alguien se ocupó de subirlas.

Y esto, que parece una obviedad, es algo que muchas veces no se entiende. Es decir, “estar” en la red, no significa “que alguien te vea”.

Te ven, porque te buscan. Y, para que te busquen, debes tener algo de interés. O la gente debe, antes, saber que existís, sino, ¿quién te va a buscar?

Lamento con esto desilusionar, seguramente, a miles de tipos que están tratando de difundir su arte a través de Internet, sean músicos, pintores, escultores, o lo que fuera. Consuélense pensando que, por ejemplo, más difícil lo debe tener un profesor de matemáticas. O un futuro Eistein. Primero debes mostrar lo que haces en los foros especializados. Después, si despega de ahí, podrás aspirar a que tu trabajo figure en Wikipedia. Y si tu trabajo resalta por algún otro lado, seguramente después tendrás un millón de visitas en, insisto, Wikipedia, myspace o lo que sea.
Pero no antes.

Y en el caso particular de los músicos, para que la gente te conozca, primero tienes que salir a tocar. Donde sea, y como se pueda. Pegar carteles, hacer publicidad en radio, en programas especializados, etc. Incluso, mejor aún, ¡en televisión! Ya se sabe, la gente cree todo lo que suele ver en televisión. Aunque sea mentira. Pero si te lo dicen tantas veces…, por algo será.

Coma caca, digamos, millones de moscas no pueden estar equivocadas.

Esto genera luego, otro tipo de contraindicaciones, ya se sabe. Pero son las leyes de juego hoy por hoy. O juegas con ellas, o no. Sino, mejor dedícate a otra cosa.

La música, por ejemplo, es una cosa. Tocar un instrumento, otra muy distinta. Escribir una canción, otra. Que la gente conozca esa canción, ya es otra cosa también. Poder vivir de escribir, del hecho simple de escribir canciones, otra absolutamente distinta. Y así sucesivamente.

Y no hay que confundir los tantos. Tengo un primo odontólogo que toca muy bien la batería, por ejemplo. ¿Puedo decir que el es músico? No. Debería decir mejor que es un dentista que toca la batería en sus (escasos) ratos libres. Y no es que esté mal. Esa es su realidad. La realidad que él eligió en su momento, en cualquier caso. Y, del mismo modo en que yo, seguramente (y mas allá del inmenso amor que siento por él, si tuviese mañana que armar una banda para salir de gira, digamos, con músicos argentinos, porque me saliese mas barato que llevarlos desde España), armaría una banda con músicos profesionales, a él tampoco se le ocurriría pedirme a mí que le hiciese una extracción, o una amalgama –aunque hubiera estudiado odontología cuatro o cinco años, sin haberme recibido-. Es más. Aunque fuese un odontólogo diplomado, si hace más de treinta años que no practico la odontología, difícilmente alguien me pediría que lo atendiese, ¿se entiende la diferencia?

Igual, siempre hay matices. Pero trato siempre de generalizar, para que se entiendan claramente las diferencias.

Porque, del mismo modo que no es lo mismo “cotejo que te cojo” o, para decirlo más poéticamente, en palabra del inmenso Rafael Amor, “no es lo mismo estar sólo sin haber amado, que después de amar, quedarse solo. No es lo mismo, sufrir el ansia de un camino, que sufrir después de haberlo andado. Y la luz, que te falta con el alba, no es la misma que sobra en el ocaso. No ganar, no es lo mismo que el fracaso…”

Hasta la próxima.

 

© Mario Ojeda, Granada, España, 6/4/2009

 

 

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