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marioojeda

Acerca de la canción

 

A veces me siento como un náufrago, enviando mensajes en botellas al mar. Ni siquiera tengo constancia de que éstas crónicas que escribo alguna vez se publicarán. Me gusta creer que sí, pero no tengo ninguna certeza. Y a la vez, escribirlas es como un bálsamo. Es decir, opinar con libertad sobre diferentes tópicos me hace sentir bien. Será por eso simplemente que continúo escribiéndolas.

Por ejemplo, ¿quién dijo que la canción pop debería ser elaborada? Mejor aún, ¿por qué debería transmitir un mensaje profundo, alguna cavilación sobre el sentido de la vida, amores varios, lineamientos políticos o posturas existencialistas? Acaso Los Beatles, por dar un ejemplo común, en sus primeros tres discos, cuando ya había estallado la “beatlemanía” y “eran una máquina de hacer singles”, en palabras del propio Lennon, ¿pretendían transmitir un mensaje mas profundo que el “quiero tener tu mano”? ¿O el “necesito tu amor ocho días a la semana”?

Es recién a partir de “Help”, cuando Lennon cantaba aquello de “cuando era mas joven, mucho mas joven que ahora, no necesitaba a nadie cerca mío. Pero ahora necesito que alguien me eche un cable, necesito a alguien conmigo. Socorro. Sabes que necesito a alguien. Socorro…”

Pocos podían entender entonces que ya las presiones de la fama habían empezado a afectarlos, y es entonces cuando, por influencias varias aunque la mas destacable quizás haya sido la de Bob Dylan, que los pibes empezaron a escribir “canciones con mensaje”. Pero hasta entonces no era así. De hecho, con los años, Mc Cartney siguió escribiendo “tontas canciones de amor”, y tan mal no le ha ido. Frampton, por ejemplo, cantando aquello de “nena, me gusta tu forma”, y podría seguir dando ejemplos varios, no se preocupaban demasiado porque alguien los tildase de “no profundos”, o de “hacedores de letras cursi”.

Ocurre que, y me consta que muy bien intencionados, algunos amigos me comentaron su opinión de que yo mismo “debería trabajar mas mis canciones, no escribir tantas como churros, detenerme mas tiempo en cada una de ellas, redondear el mensaje de lo que quiero decir, la armonía de las mismas”, etc., etc.

Bueno, démosle un margen de certeza. O sea, porque quiero. Tienen razón. Eso, en principio. O sea, debería tomarme dos o tres años entre disco y disco, escribir cuarenta canciones en ese tiempo, por ejemplo, pulirlas, descartar las menos convincentes, y elegir diez o doce finalmente para grabarlas en condiciones óptimas, con buen sonido, con arreglos elaborados, con una esmerada producción, en suma.

Pero, por otro lado, ¿a quién le importa? ¿Por qué no puedo grabar lo que se me canta? ¿Por qué no puedo grabar un disco con una guitarra desafinada? ¿Por qué no puedo intentar pasar a través de toda la tecnología para grabar mis canciones solamente con una guitarra española y una simple voz, canciones cortas, de dos o tres minutos, no más, sin otra pretensión mas que el placer de escribirlas, grabarlas y luego salir a cantarlas por ahí? ¿No tengo ese derecho a esa altura? ¿Hacerlo de la otra manera me garantizará una difusión acorde, contratos millonarios, premios y la posibilidad de vivir exclusivamente de la música? ¿No canta Nebbia acaso –y será por eso que me gusta tanto-, versos como “no sé, si tu pelo está mojado, por un beso que me has dado, y no supe responder…” ¿Acaso alguien busca “profundidad” en las letras de grupos como “Los pibes chorros” o “Los Charros”, por ejemplo? (y ojo que merecen el mayor de los respetos, quiero decir, no me compraría un CD de esa gente, pero he bailado con mucho ritmo y diversión “La ventanita”, por ejemplo, y no me avergüenzo para nada de ello). Silvio Rojas, por caso, un ex compañero mío de trabajo en Buenos Aires era, o es aún, el tecladista de Los Charros, y el pibe puede vivir de la música, grabando discos, haciendo conciertos, etc. El tipo está feliz y le va bárbaro, ¿a quién le molesta eso?

Cito el tema por lo interesante que me parece, a veces. Quiero decir, de Serrat o Paco Ibáñez para acá, la canción de autor se supone que debe ser “con mensaje”, en detrimento de la otra música, “mas comercial”, como podría ser la de Raphael, Julio Iglesias o tantos otros. Pero, momentito, que el hábito no hace al monje, y muchas músicas o canciones supuestamente mas comerciales, a veces esconden actitudes verdaderamente plausibles y, por el contrario, detrás de algunos reputados cantautores, su actitud cotidiana, no sólo frente a sus compañeros de profesión, sino también frente a la vida misma, deja bastante que desear. Y al final, otra vez, ¿a quién le importa?

Creo que, en el fondo, esto de las canciones es como los colores, o como el gusto de los helados: a cada uno le gusta algo distinto.

Que de carne somos, al fin y al cabo.

Quería dejar constancia de ello, simplemente.

Hasta la próxima vez.

 

Mario Ojeda, Granada, 20/2/2007

prensacenicienta@yahoo.es

   

 

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