Blogia
marioojeda

Acerca de los sueños

Acerca de los sueños

 

 

No sé si fue Lemmy, el cantante de Motorhead  o quién diablos, el autor de la frase:”si no molesta a tus padres, no es rocanrol…”. Mierda. Es cierto nomás. Una de las grandes virtudes del sistema es la capacidad de absorción y maniqueísmo inmediata que posee, digo, pienso, escribo: ¿el Che que diría viéndose impreso en remeras “made in Taiwán”, por ejemplo? Pero es ésta la realidad que nos toca vivir, y debemos adaptarnos a eso. De nada vale el lamentarnos o dejar de luchar.

“Nos educan para que todo siga igual”, decía un graffiti en una pared de La Boca que vi antes de marcharme de Argentina. Y es cierto: eso es lo que se pretende. Está en nosotros cambiar la historia. O resignarnos a ser parte de ella y nada más.

O al menos intentar cambiarla, que no es lo mismo, pero a veces pareciera ser igual. No sé realmente que modelo estamos dejando a nuestros hijos, pero una cosa es cierta: los tiempos cambian todo el tiempo, y debemos estar atentos, y reflexionar, e inventarnos nuevas metas cada día, sino, la estamos chingando.

Poder hacer lo que nos gusta es una cosa. Poder vivir de eso que nos gusta, es otra muy distinta. Pero es ése el desafío. Intentar hacerlo, ponerse una meta y llevarla a cabo. No hay más. No debería haber más.

Y sé perfectamente que hay un montón de prioridades antes que el vivir del arte, por ejemplo. Pero cada uno lucha por lo que siente, sin más. Y no hacerlo es, sin dudarlo, el peor de los pecados que podemos cometer. No luchar por nuestros sueños, no pelear por todo aquello en lo que creemos, el peor de los deslices.

Me fui de la casa de mis padres, hace 23 años ya, justamente para eso: para pelear por mis sueños, dejando de lado un montón de cosas que ya tenía, como tenerlos cerca, por ejemplo, pero ese era parte del riesgo y del desafío, como es hoy vivir tan lejos de mis hijos. Pero estoy peleando por mis sueños, por vivir del arte, en suma, con todo lo que eso implica. Por eso detesto a quién viven esperando que uno los movilice, que se sientan arriban del carro esperando que algún tonto se ocupe de cubrir el rol de caballo de tiro: no tengo, a ésta altura, ninguna vocación de hacer de caballo. No tengo ganas ni quiero ocuparme de tirar de nadie. Si estás en el juego, jugá, chaval. Sino, dedicate a otra cosa, porque si estás en el medio molestás, así de simple.

Y sé que esto que escribo, y digo, y trato de defender con el ejemplo, suele ganarme recelos e incluso enemigos, pero siempre fue así, desde que empecé a producir mis primeros conciertos, desde que empecé a moverme por defender mis sueños. Esto es lo que hago, esto es lo que quiero hacer. Lo siento si te ofendo, molesto o empujo al caminar. No tengo tiempo para perder. No quiero perder el tiempo. No quiero desgajarme en boludeces ni discusiones que a nada conducen. Quiero hacer, necesito hacer para sentirme vivo.

Es altamente improbable que alguna vez me convierta en una millonaria estrella del rocanrol. Pero eso no me quita méritos, eso no me hace inferior. Antes, al contrario, seguir defendiendo mis sueños después de tanto, pero tanto tiempo, me hace sentir vivo, intacto, íntegro.

Y lamento sinceramente si hay quiénes no lo entienden así, pero ésta es la verdad que he defendido y seguiré defendiendo, porque en ella creo.

Celebro el éxito de amigo que ha mantenido su matrimonio intacto a través de tantos años, por ejemplo, pero es mi matrimonio con el arte lo que me salva, le sigo siendo fiel a la canción, después de tantas, pero tantas cosas.

Celebro el vivir, celebro la amistad, los viajes, el vino y la canción, sobre todo, la canción, por eso me enferman los tibios, los frágiles de espíritu y convicción, los que hacen esto para pasar el tiempo, o para empalagar su ego con una nota o un reportaje en un periódico.

Me importa un comino la vanidad de algunos necios, esa es la verdad. Yo estoy en esto por otra cosa, aunque a veces suene soberbio. No vine a ésta vida a perder el tiempo, y hace ya rato que encontré la frase para mi epitafio: “vivió, no estuvo al pedo”.

En eso estoy. Hasta la próxima vez.

 

© Mario Ojeda, Granada, noviembre de 2006.

 

0 comentarios