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Sobre el exito y otras yerbas

Sobre el exito y otras yerbas

 

Sobre el éxito y otras yerbas (especial para NORTE, por Mario Ojeda esde Granada, España)

Suelo reiterarme, muchas veces, cuando escribo mis crónicas. Me lo han comentado algunos amigos, y tienen razón. Igual, no está mal insistir en algunos conceptos, como para que queden muy, muy claros. En realidad, no importa demasiado. Leía hace poco un reportaje a Bruce Springteen, el mono habla sobre la finitud de la vida, y decía: “dentro de 50 años, alguien pasará por mi casa, y dirá: ahí vivía Bruce Springteen. Pero dentro de 80 o 100 años, nadie se acordará de mí. Eso no me quita ganas. Al contrario, ¡tengo mucho que hacer!, antes de que el juego acabe…”

Tengo en claro eso desde que elegí este oficio. Porque eso grabo y escribo nuevas canciones, las grabo de distintas maneras, con otros ritmos, a veces nuevos arreglos, otras tonalidades, escribo crónicas, produzco conciertos. Luego vendrá alguien a enterarse de que no estuve de paso por acá, sin hacer nada. Antes al contrario, siempre lo digo: no estuve perdiendo el tiempo. Cuando no tenía mucho margen horario para hacerlo, dormía menos y me obligaba a hacerlo. Ahora que puedo, trato de disfrutarlo al máximo, y sigo haciendo todo lo que puedo. No hay ningún misterio en eso, ¿no?

Igual, insisto, no tiene mayor importancia. No pasa nada. Quiero decir, la vida sigue igual. “El éxito no te imuniza nunca contra los golpes de la vida…”, decía hace poco Sir Paul Mc Cartney, hablando de su esposa Linda, y tiene razón. No pasa nada. Igual nos vamos a morir. El asunto pasa, me parece, por hacer todo lo que podamos, mientras nos de placer, mientras podamos seguir jugando el juego. No hay más. Nunca hubo nada más. Como decía Borges: “Cuando me muera, quiero morirme del todo”.

Es interesante, por otro lado, ver como según pasan los años, las expectativas de uno van cambiando. Seguramente tenga que ver tambien con los resultados, no lo dudo. Quiero decir, no es lo mismo tener fama y dinero a los veinte años, que conseguir eso a los 40 o 50. Algunos lo manejan bien. Otros para la mierda. Pero como siempre, y en todos los órdenes: “uno hace lo que puede con lo que tiene”, no hay más. Es cierto tambien que, en la vida, para conseguir algo hay que insistir. No hay ningún misterio en eso. He conocido mucha, muchísima gente, que se bajó del carro hace mucho tiempo. Gente con verdadero talento para cantar, para escribir, para tocar la guitarra. Estoy hablando de lo mío, pero entiendo esto pasa en todos los órdenes. Y no hay nada que hacerle. Algunos dejan de estudiar, lo que sea, supongamos, por ejemplo, arquitectura. Tenían un sueño y no lo defendieron. Querían ser arquitectos, pero se quedaron en el camino. O no, quizás encontraron otro, que reemplazó al anterior. Mientras uno se sienta bien consigo mismo, está todo bien. Lo jodido es vivir siempre con esa carga de resentimiento, o quedarse con las dudas, ¿no? Decir por ejemplo, “vaya, si hubiera hecho esto en tal momento…”, ¿de que sirve, en verdad? Uno es lo que es, al fin y al cabo, y las cosas son como son. Punto pelota.

Siempre me gustó viajar, por ejemplo, conocer nuevas gentes y lugares. Siempre supe que alguna vez iba a hacerlo. Lo hice. Lo sigo haciendo pero, ¿saben una cosa?, antes me visualice para ello. Es decir, las cosas no ocurren porque sí. Trabaje para ello. Muy, muy duro, muchas veces. Y nunca me queje. De hecho, sigo sin quejarme cuando las cosas no se dan como espero que se den. Simplemente, apreto los dientes y vuelvo a insistir. No conozco otro camino. No creo, en verdad, que exista otro camino. Y tampoco quiero quedarme con las dudas. No quiero dejar de hacer cosas que sueño por el que dirán, o pensando que quizás no resulten como esperaba. No. Sencillamente, voy y las hago. Quizás, como alguna vez me dijera Alberto Lucas, “producir” no es más que el pomposo nombre que se le da a que se te ocurra alguna cosa, y luego llevarla a cabo. Sea un concierto, un video, un viaje, una revista, un programa de radio, o lo que fuera. Te tomará más o menos tiempo, pero, si insistís, seguro al final sale. Obvio, no se puede tener todo tampoco, ¿no? Así que, como siempre digo, hay cosas necesarias, pero hay otras imprescindibles. Hay cosas urgentes, si, pero hay otras que son prioritarias. Trato de darle bola solamente a esas. Las demás, las otras, pueden esperar.

Y no soy tampoco el padre de todos, como para andar diciendoles todo el tiempo lo que tienen que hacer. No, si apenas puedo conmigo. Asi que no esperen ningún milagro de mis crónicas.

Básicamente, era eso lo que quería decir hoy. Hasta otra vez.

 

© Mario Ojeda, Granada, 24/3/2010

 

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