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marioojeda

Introducción al

Introducción al

La verdad es, cualquiera que leea estos conceptos con atención, puede sacar un sinfín de ideas para ir produciendo sus propios conciertos o espectáculos. No tengo acá la pretensión de escribir ningún manual “oficial” de productor, sino, simplemente, ir desarrollando anecdotas y contando las ideas que se me vengan a la cabeza.

En primer lugar, como alguna vez me dijera Alberto Lucas (actual productor de Manuel Wirtz, Juan Dhartes, y otra gente, con quien compartí inumerables conciertos en la movida porteña de principios de los ´80), “producir” no es mas que el pomposo nombre que se le da a tener una idea, y luego cumplir los pasos para llevarla a cabo, con la mayor efectividad posible.

Esto, para empezar. Luego, debe quedar claro que una cosa es la música, con todo lo que ello implica, y otra cosa muy distinta es “el negocio de la música”, algo que pareciera estar entrelazado, o que van tomados de la mano y que, en verdad, son cosas absolutamente distintas.

Es muy común que los músicos, por ejemplo, suelan colgarse la muletilla esa de “que a mí lo que me importa es tocar, de los negocios prefiero que se ocupe otro. Lo mío es tocar…”

Craso error, amigo. Si no sabes porque te queda tanto dinero de un concierto, o porque no te queda, lo más probable es que pronto no te quede nada. Y si no te queda nada, pronto vas a tener que dejar de tocar, porque para tocar hace falta dinero. Así de sencillo. Parafraseando al celebre cómico argentino Juan Carlos Calabró, cuando hacía su personaje de “El contra”: “en la vida, para ganar, hay que invertir”. De la nada, por seguir con el ejemplo, nunca salió nada. Es decir, primero hay que tener claro que vas a vender. O lo que es igual, que vas a producir. Es parecido, pero no es igual.

Si el lector tiene un grupo musical, por ejemplo, debe saber primero a que tipo de público se quiere dirigir. Es decir, a quien le quiere vender la música que ese grupo hace. ¿Imaginan a los Vox Dei, por ejemplo, o cualquier grupo clásico del llamado rock argentino, actuando en una milonga de tango? No, porque van a quedar desenfocados. Es decir, nadie los va a comprar. O el mismo grupo actuando en un desfile de modas, o una “rave”: no tienen nada que hacer ahí. No es el tipo de público que puede llegar a consumirlos. A esa gente, en los tres casos citados, no le interesa para nada ese tipo de música. Aunque te paguen por actuar. Como suelo decir: siempre es mejor hacer algo a no hacer nada, estar moviendose, digamos, pero, muchas veces, es mejor “desensillar hasta que aclare”, o “esperar a ver que pasa”, como dicen dijo Lennon cuando Los Beatles se separaron. 

El oficio y no la ropa es lo que hace al monje. Pero en producción, “todo sirve”, como alguna vez me dijera Horacio Fontova. En producción, lo reitero, todo tiene que ver con todo, y no puedes producir algo dejando flecos.

Sigamos. Suele ocurrir que se arme un grupo, y los pibes se mueran por tocar. “Incontinencia actuativa”, como suelo llamar a ese fenómeno. Les da lo mismo que les paguen o no, tocar con buen sonido, con buen monitoreo o no. Les da lo mismo si hay publicidad, un escenario, o lo que sea. Ellos lo que quieren es tocar.

Primer error: siempre habrá gente que se aprovechará de esa actitud. Un gurpo, para destacar entre miles haciendo lo mismo, debe creer primero ciegamente en lo que hace. Y trasmitirlo así. En ese juego, en el hecho de cómo se trasmite, entra todo: la ropa para actuar, las fotos que se publiciten, los carteles que hagan, los avisos radiales que hagan, etc.

Pero una cosa es clara. Para que un grupo tenga éxito, es más importante que vaya gente a verlos, que haya mucha gente en las salas, antes que la música que hagan. Esto es así desde siempre, pero quien lo magnificó, fue Malcom Mc Laren, el “descubridor” de los Sex Pistols: sabía que estaban tocando mal,  que sonaban horrible al principio, pero los tipos tenían actitud, el lo sabía, lo potenció, y se apoyó claramente en el viejo axioma: no importa que hablen mal o bien, sino que hablen. Así nos van a conocer. Y así fue, hasta hoy. ¡Aunque los Pistols hayan grabado solamente un disco!

Es decir: lo primero es la publicidad. Parece mentira, pero aún hoy, en tiempos de internet, la radio sigue siendo imbatible. Ahí hay que invertir, claramente. Incluso mas que en carteles, aunque estos haya que hacerlos tambien. Y esto sencillamente es así por lo siguiente: en internet, en el “google”, por decirlo claramente, está todo, pero siempre que uno lo busque. La radio, en cambio, está en todos lados, y se mete sin pedir permiso: la escuchan las amas de casa, los oficinistas, los empleados de supermercado, los conductores de tren o de autobús, se escucha en el coche, cuando vas de compras a un supermercado, a una tienda de ropa, etc.

Es decir, es mejor, partiendo de un equis dinero con el cual cuentes para empezar a producir, invertir un diez por ciento en carteles, y el 90% restante en publicidad radial: tendrás mejores resultados, seguro.

Acá aparece el primer problema: ¿con que dinero contamos para empezar a producir? ¿Con nada? Bueno, lo mejor que puedo sugerir acá, antes que nada, es que cada uno de los miembros del grupo se busque un trabajo “normal”, digamos, ahorren dinero durante un año o dos, y despues recien se planteen lanzar el grupo, aunque mientras tanto sigan haciendo pequeños conciertos en bares o lugares así, como para despuntar el vicio e ir ganando ritmo.

La opción alternativa es la que hacen todos: insistir. Pero hacerlo con inteligencia. Esa es tambien una alternativa que el grupo debe plantearse desde un principio.

Por ejemplo: ¿Qué es más negocio? ¿Tocar todos los fines de semana en un boliche cualquiera, con mal sonido, y para 10 o 12 amigos, todos invitados y sin que nadie pague entrada? ¿O que la paguen, pero que el dinero se lo quede el dueño del bar? ¿No es mejor, acaso, buscarse un centro cultural, el salón de actos de alguna asociación, por ejemplo, y llegar a un arreglo? Por ejemplo,”la barra es de ustedes, la entrada es para el grupo” (ellos van a ganar mas dinero que Uds., eso seguro, pero al menos, lo que junten, del grupo será). Y plantearse una buena campaña por internet, via mailing, llamando y avisando a amigos por telefono, haciendo carteles- los que se puedan hacer-, yendo a programas radiales a difundir el show, etc., y presentarse allí solamente tres o cuatro veces al año. Eso siempre va a ser mas negocio –como concierto, como producción, como repercusión, como inversión-, que estar tocando un fin de semana en La Matanza, otro en La Plata, otro en Acassuso, otro en Bernal, o donde sea, por dos mangso o por nada.

En producción, y vayan tomando nota, TODO ES DINERO. Desde que sales y coges un autobús ida y vuelta para ir a ensayar, o para echarle nafta al coche, ya estás gastando dinero. El asunto está en hacerlo con criterio, como inversión, y no a la bartola.

Otra opción interesante es buscarse algún grupo musical afín, quizás dos. Y trabajar en cooperativa. Si cada grupo tiene, por poner un ejemplo, cuatro integrantes, ya tienes doce personas para hacer todo: para cargar los equipos –que deberín compartirlos, así abaratan esfuerzo y costos-, para pagar la impresión de carteles, para salir a pegarlos, para hacer mailings, a visitar programas de radio o televisión, etc. Claro, lo difícil acá es encontrar gente que este en la misma sintonía, de ahí aquella frase del Indio Solari, de cuando empezaban Los Redondos: “Tocar solos y de noche”. Está bien. Fue su opción. Pero eso fue hace treinta años. Estoy hablando de hoy, no de leyendas urbanas. Como siempre decía Lalo de los Santos: “una cosa es la realidad virtual, la que sale en las revistas, o uno escucha en la radio, y otra muy distinta la realidad verdadera…” Y yo estoy hablando de hoy, mañana no se..

Además, ¿recuerdan cuánto tiempo les llevó encontrar gente afín para formar el grupo? Bueno, esto es lo mismo. Les puede llevar un tiempo, pero al final, los grupos aparecen. Y por regla general, si cada uno puede convocar 30 o 40 personas por show, en cada concierto estarán actuando los tres para 120 personas, todas pagando entrada, que al final les quedará lo mismo a cada grupo, pero cada vez que toquen, no es lo mismo tocar para 30 personas que para 120, ojo. Las fotos no quedará igual, los videos no quedarán igual. El sonido necesario no será igual. Nada será igual.

Un mejor arrgelo con el centro cultural o asociación sería: “la entrada es para nosotros, y el 50 por ciento de la barra, tambien”. Si consiguen eso, van a ganar más del doble que solamente con lo recaudado con la producción. Recuerden al principio: todo es dinero, y no deben quedar flecos sueltos.

Fijense que llevo un buen rato escribiendo, y no estoy hablando de música. Insisto: una cosa es la música, el arte. Y otra muy, pero muy distinta, el negocio de la música.

Pasemos a otro punto. Por ejemplo, los carteles. Es común que los grupos hagan carteles “artísticos”, con contraluces, con sombras, con letras elegidas, etc. Mal hecho. ¡Los carteles son para publicidad! Para difundir el concierto. Deben leerse claramente al caminar sin necesidad de acercarse  a ellos, y las letras deben leerse igual de claro desde un coche esperando que cambie el semáforo, o desde un autobús en movimiento. Insisto: son carteles publicitarios, no obras de arte. Deben cumplir su cometido: ¡vender! Para eso está el Photoshop.

Si tengo un grupo con una o dos mujeres, por ejemplo, en las fotos yo pondría las mujeres adelante, muy bonitas y maquilladas. ¿Por qué? Porque eso llama la atención. Porque quiero que la gente se interese, aunque sea por las caras de las tías. Así de sencillo. Aunque yo ayude a mi novia a lavar los platos, a cocinar, o a tender o recoger la ropa, la verdad es que el mundo sigue siendo machista en general. ¿O por que piensan que en los entretiempos de los partidos de fútbol o de lo que sea, ponen “porristas”, y no “porristos”? Porque las mujeres venden más, así de simple. Guste o no, esta es la verdad de la milanesa. Para todo: para las publicidades de televisión, para los anuncios de perfume, para los telefonos móviles, etc. Siempre vende mas la figura femenina.

Esto tiene directa relación con lo que decía al principio. Si yo tuviera que salir a “volantear”,  a repartir “flyers” –como les dicen en España-, o panfletos, por decirlo como en Argentina, ¿los voy a ir a repartir al Campo Argentino de Polo? No, seguramente no. Yo los repartiría, en principio, a la salida de recitales y, además, de recitales de grupos  afines al estilo de mi grupo, no voy a ir a repartir volantes de un grupo de rock, por ejemplo, a la salida de un concierto de la Porteña Jazz Band, porque no tiene nada que ver. Así seguimos sumando ejemplos.

Todo sirve, nunca deben olvidarlo.

Esataba pensando. Quizás debería repartir estas reflexiones en capítulos, por ejemplo. Sería una mejor forma de diseccionar todo. Vamos a ver…

 

Los “cuentapropistas” (arrojados o voluntariosos, que no es lo mismo que audaces o voluntarios), por ejemplo, son una importante “jungla” en sí misma. Es decir, los hay a montones. Son esos que un día aparecen y te dicen: “yo voy a hacer tal cosa”. ¡Y te convencen! Despues, pasan los días, las semanas, los meses, y no hacen nada. ¡Y el grupo sigue esperando! Claro que, muchas veces, es peor. Porque hacen. Y, por supuesto, lo hacen mal. Y el grupo – o los grupos-, terminan pagado los platos rotos. Son esos tipos que aparecen y te dicen: “yo les voy a producir un disco, en tal estudio, porque conozco gente, porque tengo experiencia, bla, bla…” Y despues te llevan a grabar a la habitación del fondo en la casa de un amiguete, con un ordenador y dos micrófonos baratos, y “los contactos” que tenía se limitan a conocer –de nombre-, al portero de algún bar musical, o al primo de la novia del hijo de un amigo del hermano que conduce un programa radial sobre folklore en “Radio Prosperidad” del quinto coño. Para colmo, suelen “organizarte” un concierto, por ejemplo, y los miembros del grupo terminan poniendo dinero de su bolsillo para pagar al sonidista, a la imprenta donde hicieron los carteles, al fletero, al dueño de la sala, las bebidas que se consumieron, etc. Por norma, y no lo olviden: si aparece alguien que quiere ser vuestro productor o que dice serlo, la primera pregunta sería: “¿y que puedes hacer por nosotros?” La segunda: “¿Con que dinero contás para hacer eso?...” La tercera: “¿Me lo puedes poner por escrito en un papel, todo eso que  decís, porque nosotros tenemos muy mala memoria…?”  Con estas tres simples preguntas, ya se estarán cubriendo las espaldas y ahorrádose muchas amarguras a futuro. El “do it yourself” no es para cualquiera, y esto tambien deben tenerlo claro desde un principio.

 

Sigo otro día.

 

© Mario Ojeda, Granada, julio 2010.

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