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marioojeda

Produciendo parte 2

Produciendo parte 2

Sigamos desarrollando el oficio de productor para el cual, no hace falta decirlo pero lo digo, es necesario conocer mínimamente todos los elementos que integran el “circo” del negocio, para poder montárselo medianamente bien. Es como ser cocinero de un restaurante: tienes que saber dónde comprar el pescado, dónde el pollo, dónde la carne, dónde las verduras, manejar el horno, las hornallas, etc. Esa es la única manera de poder dirigir. Y además, sabiendo ciertamente adónde estas llevando el barco.

Hablemos ahora de los estereotipos. Los pibes a los cuales les gusta Nirvana, por ejemplo (o Pearl Jam, o cualquiera de esos grupos del “grunge”), se ponen una camisa leñadora, a cuadros, y ya está: sueñan con ser Kobian. Sin tomar cuenta que los grupos “grunge” tomaron las camisas del llamado “padrino” de ese movimiento: Neil Young, que usaba esas camisas en la epoca de Crosby, Still and Nash, allá por 1969… ¡pero ya Fogerty las usaba con los Creedence en 1968!

Lo que quiero decir: a quienes los gustan los Attaque 77, o simplemente los Attaque, por ejemplo, se piensan que todo empezó con ellos pero… ¡los Attaque son los Ramones en español! Y en verdad, si quiero ir más atrás, ¡así sonaban Los Beatles en Hamburgo o en el “Cavern Club”, allá por 1961 o 1962!

Resumiendo: las cosas no ocurren porque sí: siempre hubo alguien antes que lo hizo de una manera más o menos parecida, simplemente, lo que uno hace es encontrar su propio camino: sea en la música, en la producción, o en la vida misma. Todo ha sido hecho ya.

De hecho, si no te adaptas, te pasan por arriba: es así de sencillo. O no te lastiman, si tienes suerte, pero quedas absolutamente fuera de órbita, el famoso “perdiste el tren, amigo…”

La primera regla antes de empezar a producir es: si  uno tiene que producirse sus propios conciertos, no significa que le guste hacerlo. La mayoría de la gente, cuando empezó a producir sus primeras cosas –sean conciertos, discos, lo que fuere-, lo hizo sencillamente porque no le quedaba otra –y me incluyo en esa lista-. Dicho de otro modo: si vos estás ensayando con tu grupo, alguien te golpea la puerta de la sala de ensayo (como cuentan hizo Peter Asher con James Taylor, y tambien no me acuerdo quien ahora con The Animals, y su hit “House of the rising sun”), y te dice: “suena lindo eso,  quiero ser tu productor” o vuestro mánager (al igual que hizo Brian Epstein con Los Beatles), y al poco tiempo te consigue un contrato de grabación y edición con una discográfica “major” (sea la EMI, la WEA, la SONY o la que fuese), ni en pedo te vas a poner vos mismo a producir tus cosas. Quien diga lo contrario, y ya lo escribí otras veces: o está mintiendo, o es tan salame que se lo cree el mismo, sin que eso signifique que sea verdad.  

La primera regla, entonces, nos lleva a la segunda: a nadie lo importa lo que haces. Insisto con esto, porque es realmente importante. A nadie le importa. La gente anda por la vida viviendo su vida, no necesita que venga nadie a venderle nada. ¡Pero ese es, precisamente, el desafío! Se trata de encontrar el resquicio justo para meter tu música, tu escultura, tu poesía, tu pintura, tu discurso, o lo que fuera. No es fácil, para nada. Pero, si lo fuese, todo el mundo se dedicaría a producir. Es así de sencillo.

Otra cosa fundamenteal a tener en cuenta es: lo que uno hace es un producto. Artístico, quizás, pero es un producto al fin y al cabo. Como una botella de vino, o un desodorante, o lo que fuera. Es un producto que tienes que vender. Para eso debes empaquetarlo, uniformarlo, hacerlo atractivo, presentable, y así solamente al final, si lo has hecho bien, puede que tengas la suerte de poder venderselo a miles de personas. O a cientos, que en los tiempos que corren, ya es mucho decir.

Hay quienes piensan que solamente es exitoso un producto cuando lo vendes de a miles. No. Error. Si lo vendes de a cientos, y te rinde, ya es un logro. Un joyero no hace joyas al por mayor: las hace artesanalmente. De a una. Y cobra por eso. Muy bien cobrado, porque es mucho trabajo. Y delicado. Pero si logra meter esa joya al mercado, y vender una o dos, ya se asegura un dinero para seguir haciendolas. En producción, ocurre exactamente lo mismo. El éxito es, sencillamente, poder hacer lo que uno quiere. Y si puede cobrar y ganar dinero con ello, mucho mejor. Sino, se trata al menos de disfrutar el camino, “amar el tiempo de los intentos”, como cantaba alguna vez Silvio Rodríguez.

Imaginemos la producción de un concierto musical. ¿Qué es mejor? ¿Ir a tocar a un bar para cuarenta personas, la mayoría amigos invitados, por ejemplo, y ganar un dinero fijo que pueda ofrecerte el dueño de un bar?... ¿O arriesgarte a producir un concierto en una sala de, por ejemplo, 300 personas, tomarte dos meses para prepararlo bien, y que al final ese teatro se llene? ¿Con cual de los dos vas a ganar más dinero? ¿En cual de los dos conciertos vas a grabar un mejor video, o vas a tener una mejor grabación en directo? Claro, la segunda opción es más difícil de hacer. Es más trabajosa, tiene más riesgo. Pero, ¿no es mejor acaso? Este ejemplo puede marcarte un camino: si quieres destacar, tienes que hacer cosas que los demás no hagan. Y hacer producciones mas ambiciosas, es una forma de destacar. ¿Qué hace falta más dinero? Seguro. ¿Qué deberás trabajar más? Ciertamente. Pero el resultado, si lo haces bien, te va a dar muchas mas satisfacciones. Esto es seguro tambien. Y por ahí pasa el asunto.

El año pasado, fui a un bar muy conocido de cantautores, acá en Granada, donde resido, y me encontre con un cantautor de Málaga, muy feliz porque había venido a presentar su disco recien terminado acá, me ve, se me acerca con un disco en la mano, y luego de autografiarlo, me lo regala, diciendome: “Mirá, acá está. Me tomó un año hacerlo, y ahora tengo que pagar un credito que saque, de 10.000 euros, pero ya tengo mi disco…” Lo mire, sonreí, y le dije, muy claramente: “Y ahora tienes como cinco cajas de discos debajo de la cama, ¿verdad?...” Me miró, serio, y preguntó: “¿Cómo lo sabes? “Porque yo he cometido el mismo error”, le conteste. “En vez de gastarte todo ese dinero en la grabación y edición de 1000 copias de tu disco, y ahora deberle 10.000 euros al banco, deberías haberte gastado 1000 euros en hacer las copias, otros 1000 en la grabación, o grabarlo en tu casa, que te salía mas barato, y el dinero sobrante gastarlo en difusión, haciendo una buena producción, y presentando tu disco en cualquier teatro. Si hubieras convocado, no se, 400 o 500 personas a esa presentación, a 10 euros la entrada, hubieras juntado, digamos, 5000 euros. Serías mucho más conocido ahora, gracias  a la difusión que hubieras hecho, y hoy por hoy le estarías debiendo solamente al banco a mitad del dinero…” Me miró, se quedó pensando y me dijo: “Tienes razón, ¿cómo no me di cuenta?...” Tranquilo, le dije, ya lo aprendiste, la próxima vez, ¡hazlo así!

Porque, además, a 10 euros la entrada, si hubieras metido un pelotazo, digamos, que hubieras convocado 800 personas a esa presentación, ahora le estarías debiendo mucho menos dinero al banco, ¡pero serías mucho mas conocido! Es más: quizás, entre el dinero de las entradas, y el dinero que hubieras podido juntar, con la venta de discos de ese día, poniendo un kiosko en la entrada, y una señorita simpática vendiendolos, ¡hubieras recuperado la inversión el mismo día! Ese es el sentido de la producción: ¡potenciar lo que ya tienes! Y de eso se trata.

Sigo otro día.

 

© Mario Ojeda, Granada, 4/7/2010

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