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marioojeda

Concretando parte 2

A los músicos en general, y vaya novedad, lo que les gusta es hacer música. Es decir, a los guitarristas, les gusta tocar la guitarra. A los pianistas, tocar el piano. Y así con todos. Eso es hacer música, básicamente. Ocurre que, cuando uno quiere empezar a salir a mostrar eso que hace, se encuentr con que, ¡uop!, no era tan fácil el asunto. Para empezar, digamos, y suponiendo que uno haya estado ensayando varios meses con una banda, y quiera salir a mostrar su repertorio por ahí, lo primero que se le ocurre, generalmente, es ir a tocar a un bar. Asi que ahí va el musiquito, ilusionado, con un CD demostración de la música que hace, a ver al dueño del bar. Despues de varios desencuentros, logra que el tipo lo atienda: “Así que vos sos el que me estaba buscando. Bueno, ya me encontraste, decime…” Todo esto, por supuesto, desde una posición desentendida y distante, del otro lado de la barra, generalmente, con ese aire de “yo soy Bill Graham” –el legendario productor norteamericano, dueño de los teatro Fillmore este y oeste, en Los Angeles, quien dio el pistoletazo de salida a tantas y tantas bandas, como los Creedence, Santana, los Cream, Led Zeppelin, y una larga lista-, “a ver que tenes para mostrarme”. Asi que el pibe le dice: “este es el demo de mi banda, escuchalo, a ver que te parece, nosotros hacemos tal y tal música, bla, bla…”, y el tipo agarra el CD, lo deja detrás suyo, junto a una pila de CD que nunca escuchó y que jamás va a escuchar, y le dice: “Pero, ¿Uds. traen gente? ¿Cuántos amigos pueden traer?...” Porque al tipo, en realidad, lo que le interesa es vender cervezas, no si el grupo en cuestión hace buena o mala música. No. Eso le importa un comino. Lo que quiere es gente en su bar, si son jóvenes y grandes bebedores, mucho mejor. A lo cual, el pibe responde: “No, mirá, nosotros estamos empezando. Nos conoce poca gente, asi que eso no te lo puedo garantizar. ¡Pero sonamos bien! Hacemos buena música, una mezcla de…” “Mira, pibe…”, le espeta el santo varón. “Cuando sean más conocidos y me garantices un lleno, yo te doy una fecha. Mientras tanto, te tengo que cobrar. Es decir, vos me garantizas tanto dinero de entradas y consumiciones, y de ahí en adelante, la diferencia es para ustedes. Pero, mientras tanto, el alquiler de la sala es tanto…”, mientras el músico, o aspirante a serlo, mira a su alrededor y lo que ve es un bar de no mas de 40 metros cuadrados, un pedorro bar con mesas, sillas, cuatro bombillas y una barra, con una especie de taburete como supuesto escenario al final del salón, de dos o tres metros cuadrados, elevado un poco del suelo –muchas veces, ni siquiera eso-, y piensa: “¿Que estoy hablando yo con este tio? ¿Rompiendome los cuernos para consegir una fecha acá, en este barsucho que dice tener sonido, y hay solo una mesa de 6 canales con dos micrófonos y un par de cajas –cuando las tienen-, sin monitores, sin pies de micrófono, sin nada prácticamente, y el tipo se pone en rol de productor? ¿Qué catzo estoy haciendo?...”

¡Bienvenido al mundo real, caballero! Así son las cosas. Ocurre que hay demasiada oferta para tan poca demanda. Es decir, hay demasiados músicos dando vueltas, desesperados por tocar, y pocos lugares donde hacerlo. Peor aún, son contados con los dedos los lugares o salas “dignas” donde poder mostrar tu música. ¡Pero así es la vida!

En cualquier caso, siempre es, básicamente, una simple cuestión de perspectiva… ¿un ejemplo? Yo llevo más de 30 años dando vueltas con esta historia de la música, y ahora vivo en España. Supongamos que, por un error garrafal de concepto, yo tuviera el dinero suficiente para viajar a la Argentina, y me propusiera tocar. Y pensara, erróneamente: “Con todos los años que vengo haciendo esto, conozco a un montón de gente, a un montón de músicos. Asi que, ya que tengo el dinero, voy a contratar a 5 músicos, voy a armar una banda que suene bárbaro y, aprovechando el viaje a la Argentina, voy a alquilar el teatro Gran Rex, voy a gastarme una pasta en radio, televisión y cartelería, y lo voy a llenar…” ¡Error! ¡La verdad es que no me conoce nadie! ¡La verdad es que a nadie le importa lo que hago, sencillamente porque la mayoría de la gente ni siquiera sabe que existo!! Y además, aunque lo supieran… ¡no les importa! La gente, simplemente, anda por la vida viviendo, mirando a Tinelli por televisión, escuchando los partidos de fútbol los domingos, o prestándole atención todas las boludeces que dicen los políticos argentinos –y acá tambien-. La gente esta preocupada por trabajar, por comer, por tener un sueldo que les alcance para llegar a fin de mes, y si es posible, tomarse quince días de vacaciones una o dos veces por año. Eso es lo que verdaderamente a la gente le importa. No están preocupados por “descubrir” a un nuevo artista… ¿y entonces? Entonces, es al reves: se trata de encontrar un trabajo que te de comer, igual que a todos. Juntarte con músicos que tengan un proyecto y llevarlo adelante. Disfrutar los ensayos, y disfrutar cada concierto que consigas en cualquier boliche o teatro de por allí. Y hacer esto durante dos, tres, o cinco años. Ya en ese tiempo podrás ir apreciando si tu propuesta musical tiene adeptos o no. Si a tus conciertos va cada vez mas gente (o menos). Si despues de un par de años, puedes plantearte y decir: “Vale, hasta acá llegamos. Basta de tocar en pubs y de compartir fechas con otras bandas. De aquí en mas, vamos a tocar solos, por la noche, y solamente en teatros…” Y si, a partir de ahí, ves que cada vez que haces un teatro de, digamos, 300 o 400 personas de aforo, se llena. Y luego haces otro a los dos meses, y vuelve a llenarse. Y a la vez, te llaman para entrevistarte en distintos programas de radio. Quizás alguna vez para actuar en televisión. Y sigues llenando un teatro cada dos o tres meses… bueno, quizás recien allí, y sólo quizás, puedas plantearte seriamente la idea de hacer un teatro Gran Rex –recuerda: 3500 personas de aforo), aunque, personalmente, quien esto escribe trataría de hacer primero un ND Ateneo (800 personas), quizás un segundo. Si ambos se llenan, hacer un teatro Coliseo (1500 personas), quizás otro. Quizás despues, un teatro Brodway (algo mas de 1500 butacas) para despues, finalmente, si ese tambien se llena, plantearme hacer un Opera o un Gran Rex, sencillamente porque no se pueden saltear escalones en una escalera. Porque, indefectiblemente, cuanto mas rápido se sube, más rápido se baja (y hay cientos de ejemplos de artistas argentinos y españoles,  los cuales les pasó exactamente eso: subieron muy rápido, y despues bajaron muy rápido tambien). Y porque, en definitiva, ¿adonde quieres llegar? ¿Es acaso un concurso de velocidad esto? ¿Una carrera de 100 metros llanos, a ver quien es más rápido?

No. Se supone que estábamos hablando de música, de arte. De algo que te va a acompañar toda la vida, incluso va a permanecer grabada en distintos formatos una vez que ya no estes.

Entendiendo esto, teniendo claro esto, puedes empezar a plantearte seriamente asipirar alguna vez a ser un profesional. Aun cuando esto, debo decirlo tambien, incluya un altísimo componente de azar o imprevisibilidad para cumplirse.

Pero es bonito intentarlo, claro que sí.

Hasta otra.

 

© Mario Ojeda, Granada, 21/8/2010

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