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marioojeda

Concretando parte 3

Suele causarme mucha gracia, ya que hablamos de concretar, cuando me cruzo a algún músico amigo o conocido, y me dice “estamos grabando un disco…” Uh, que bueno, es mi respuesta. ¿Y adónde? ¿En la sala de ensayo? “No, para nada. Lo estamos grabando en los estudios pirulo, empezamos ayer…” A los diez días me lo encuentro: “¿Y? ¿Que tal quedó el disquito?...” No, pará. Lo estamos grabando. Estuvimos una semana grabando las bases, y ahora tenemos que ahorrar un poco mas para poder seguir grabando, ya sabes, las guitarras, luego las voces…” Ah, suele ser mi respuesta (aunque por dentro pienso: ¿Quiénes son? ¿Los Pink Floyd?...)

Parece mentira, pero hay gente que aún hoy se endeuda para grabar un disco. Para colmo, un disco de canciones. Que se yo, dos guitarras acústicas, dos voces… ¿para que tanto lío con el estudio? ¿A quien le importa donde lo grabaste? A veces, hasta toman un credito bancario para pagar la grabación… Y despues, cuando terminan de grabarlo, todavía les queda masterizarlo, luego hacer las tapas, luego mandarlo a fabricar… ¡y ya a esta altura se quedaron sin dinero! Y finalmente, reciben las cajas con los discos, y ahí se quedan, debajo de la cama del guitarrista o el cantante porque, claro, hay que venderlos uno a uno… ¡si ya no les quedó dinero para pagar un pautado de difusión mínimo!

Hablando de concretar: la gran mayoría de los discos históricos del rock, se grabaron en un par de días. Los tres o cuatro primeros discos de Presley, de Los Beatles, el primero de Led Zappelin… Los tipos iban, hacían su trabajo, y a volar, pasaban a otra cosa. “Nunca me gustó perder tiempo en un estudio…”, decía alguna vez DJ Fontana, el legendario baterista de los primeros catorce años de Presley. “Todos los discos de los Creedence se grabaron en una semana…”, contaba John Fogerty alguna vez. “Lunes y martes las bases; el miercoles las voces, el jueves los solos o cualquier otro arreglo que se nos ocurriese –un piano, un hammond, un saxofón-. El viernes mezclábamos, y listo. Eso era todo. Ningún disco de los Creedence tardó mas de una semana en grabarse, ni costó mas de 2000 dólares…” ¡Y han vendido millones de discos!

Incluso los Creedence, al principio en California, tenían una frase que se habían inventado, y que, como me gustó, he tratado siempre de aplicar en mi: “Just do it or forget it…” –hazlo u olvídalo- De eso se trata, de concretar. Los Creedence tenían otra frase tambien, inamovible: “Clear, clean and bluessy” Claro, simple y blueseado. Nada de andar complicándose la vida. Como decía alguna vez el gordo Rafael Amor: “Si tiene tres tonos, es una canción. Si tiene cuatro acordes, ya es jazz. Con cinco… ¡es una sinfonía!” Exageraba, por supuesto, pero esa debería ser la actitud. Estamos hablando de música popular, que se pueda cantar, tararear, silbar, recordar fácilmente. Cualquier solo de Geroge Harrison es un buen ejemplo de ello, y por eso sus solos, su forma de tocar la guitarra, fue tan reconocible y reverenciada. Todos los grandes solos de guitarra de la historia del rock, pueden recordarse y cantarse. El solo de “Hotel California”, por ejemplo. O el de “Something”, del mismo George Harrison. ¿A quien le importa a tecnica, las marcas, los spónsores? Me decía hace unos meses Antonio Alvarez, mi compañero en Los Trovamundos, un guitarrista bárbaro, y apasionado como todos los guitarristas: “Una vez fui a ver un concierto de Steve Vai: nunca me aburrí tanto en mi vida…” “¡Pero tambien vi a los Stones dos veces! Lo mismo que a Mc Cartney o a Sting … ¡y eso ya es otra cosa!” Es así nomás. No estamos hablando de música dodecafónica, menos aún de cirugía cerebral, o física cuántica. Estamos hablando de música popular, de simples tonadas arregladas para que un grupo las cante o las interprete.

Ojo, tampoco puedo negar la necesidad de estudiar. O de tratar de hacer mejores cosas cada vez. Eso debería quedar claro. Es mejor, mucho mejor, saber leer música que no saber hacerlo. Pero, saber leer música en un pentagrama, no te hace mejor músico. Es como el chiste, ¿no? “¿Cómo hacer para que un guitarrista deje de tocar entre tema y tema en los ensayos? ¡Ponerle una partitura adelante!...”  O sino, “¿cómo evitar que un pianista deje de tocar entre tema y tema…? ¡Sacándole la partitura!

De todo esto hablo cuando se trata de concretar. A doña Rosa, que escucha música mientras lava los platos o limpia las ventanas, no le interesa en que estudio fue grabado lo que está escuchando. Es incapaz de diferenciar, por otro lado, si lo que escucha es un piano electrico, uno acústico, o el último sintetizador o sampler que inventaron los japoneses. No. Para ella, para todos, en verdad, lo que le gusta es recordar la canción, poder tararearla, que la letra le diga algo. Miren sino a Roberto Carlos, maestro, quien lleva más de 40 años haciendo una música sumamente popular en toda hispanomerica. O Serrat, o el mismo Joaquín Sabina. Habrán sabido rodearse de los mejores músicos, de los mejores arregladores, claro está. Pero la gente, básicamente, lo que recuerda son sus canciones, sus letras, sus melodías. No en que estudio fueron grabadas, o en que tono está la canción. Lo único que importa es la música, al fin y al cabo. Eso es lo que queda, nada más. No la lucha de egos, de miserias humanas, de dinero o falsedades. No. Sólo queda la música, y eso es lo verdaderamente importante, al fin y al cabo.

Con los pasos a seguir, en producción, pasa exactamente lo mismo. Ahora hay  “cursos de gestión cultural”, incluso algunos hasta de nivel terciario. Y, básicamente, lo que te enseñan con bellas palabras o palabras tecnicas, no es ni mas ni menos que lo que ya sabes desde un principio. Primero, debes tener una idea de que es lo que quieres producir, que es más o menos lo mismo que decir: “debes tener en claro que es lo que quieres hacer”. Luego, usar la cabeza para lograr que eso que quieres hacer, además de salir bien, bien el sonido, bien las luces, bien la organización, bien todo, en suma, tambien te deje dinero. Porque invertir tiempo y esfuerzo en algo que no te deja dinero, bueno, puedes hacerlo una vez. Quizás dos o tres veces. Pero al final, te cansas y dejas de hacerlo. Y no es esa la idea, ¿no?

Da para seguirla con más tiempo. Salute.

 

© Mario Ojeda, Granada, 21/8/2010

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