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marioojeda

Concretando parte 4

Siempre hablamos de este tema con mi hermano Gustavo: que si tiene mas huevos el quedarse, o el irse de un lugar. El piensa que tiene mas valor quien decide irse, yo, en cambio, no estoy tan seguro. Tiene que ver con muchas cosas. Con la disponibilidad de medios que uno tenga para desarrollarse en su lugar de origen, digamos, y eso para empezar. Quiero decir, hay mucha gente que nace, vive, y muere en Quitilipi, por ejemplo. No pasa nada. Está todo bien. Es una elección de vida, ni más ni menos que eso. Además, las prioridades van cambiando, siempre, y eso determina y condiciona muchas veces el devenir. Quiero decir: hay mucha gente que aún piensa que yo me fui del Chaco buscando fama y fortuna. Entonces, no lo dicen ellos, lo digo yo: desde ese punto de vista, debería considerarme un fracasado, directamente. Porque no me volví famoso y mucho menos millonario.

Pero, la verdad verdadera, parafraseando a Lalo de los Santos, es que, cuando yo me fui de Buenos Aires allá por agosto de 1984, para radicarme en Gesell, decepcionado con lo que yo esperaba fuera el ambiente del rock porteño, ya el ser famoso y millonario me importaba un comino. A ver, para situarse mejor: a partir del nacimiento de mi hija Marianela, en noviembre de 1985, ya todo eso me importaba tres cominos. Tenía otras prioridades, y estaba feliz con ellas. Ni hablar a partir del nacimiento de Gonzalo, en 1989: solamente quería estar con mis hijos, cuidarlos y disfrutarlos, sin que eso significara que me había olvidado de mis sueños. “El tiempo está de mi lado”,  como cantaban los Stones. Siempre estuvo de mi lado, siempre lo estará. Por eso me vine a España con casi 42, a una edad y en un momento en el cual muy pocos se animarían a iniciar ese viaje. Papá me lo dijo: “Mirá que no es lo mismo los 20 que los 40…” Yo, simplement sonreí y le conteste: “Vos quedate tranquilo, se pefectamente adonde voy…”

Sigo pensando lo mismo. Y acá si coincido con mi hermano Gustavo, lo mismo que coincidía allá por 1983 con un trovador rosarino, Enrique Carne, a quien le molestaba sobremanera la actitud de algunos coleguillas suyos, trovadores tambien, que preferían quedarse en Rosario, porque sencillamente preferían ser conocidos en su ciudad, antes que empezar de abajo, y ser anónimos en una ciudad como Buenos Aires.

Ese es el desafío. Esa es una gran cuestión tambien. ¿Se quedan porque prefieren eso? ¿O porque sencillamente le encontraon la vuelta y pueden desarrollarse desde su ciudad? Ejemplos nordestinos hay varios: Zitto Segovia, Coqui Ortiz, Mario Bofill… ¡quizás yo mismo hoy me hubiera quedado!, de haber tenido elementos mínimos para trabajar: un sistema de sonido, la internet… Ahora bien. ¿Es esto realmente así? ¿O acaso tiene razón Gustavo cuando afirma que no tienen valor para zarpar? Pero no digamos valor, mejor. Ya dije que esto no es una competencia. Digamos, cuesta zafar de la comodidad. Es mas cómodo ser de un lugar y quedarte allí, así debería ser siempre, en cualquier caso.

Quiero decir, desarrollarte en tu lugar de origen, hacer tus cosas, y viajara cada tanto para oxigenarte, para cambiar el aire. Personalemente, tengo en claro que, de no haberme ido, no hubiera conocido nada, o casi nada, de lo que conozco. No hubiera tocado con la gente que toque, o pude compartir un escenario o un estudio de grabación. O sentarme a comer en su mesa, o simplemente visitar a algunos, y tomar un café. Esta es la única verdad de la milanesa. Como tambien es cierto que, el irme para mi, significó demostrar (y sobre todo, demostrarme), que tenía con que. Nunca me agache ante nadie (aunque mas de una vez, como decía Serrat, “tuve que darle la mano a gente a la cual en el fondo no hubiera querido saludar…” Pero así son las cosas. Y quien este libre de culpas, que arroje la primera piedra.

Por eso hoy grabo lo que place, aunque no sea famoso ni millonario. “Que bueno lo que estas haciendo en España…”, me escriben algunos vía mail. “No estoy haciendo nada, man…”, les respondo. Lo que ves, es apenas una partecita de lo que en verdad podría hacer. Pero debo arreglármelas solo, porque siempre ha sido así. Yo nunca tuve detrás una discográfica multinacional, un partido político o un gobierno que me apoyase.

Recuerdo años atrás, una vez, caminando por Fontana con mi tía Lilián, pasamos frente a la escuela de allí, y me dijo: “Acá vino a cantar Zitto Segovia hace un mes. El siempre hace cosas así, viene y canta gratis para la gente…” Yo sonreí y le dije: “Yo no canto gartis. Sobre todo, porque no puedo. Pero Zitto tampoco, ¿eh? A el lo financia el partido, es asesor cultural del gobernador, cobra un sueldo por eso, tiene contrato con Lotería Chaqueña, le pagan los viajes, un cachet, el tampoco canta gratis…” Y que conste que no estoy criticando a Zitto, era mi amigo, por eso sencillamente puedo hablar. Pero las cosas como son.

Como decía alguna vez John Lennon, “yo puedo criticara Los Beatles, porque soy uno de ellos. Pero Mick Jagger no, que no hable de nosotros. Que hable de los Stones si quiere, pero no puede hablar de nosotros. Toda esa gente que opina de afuera, y que se piensa que sabe algo de todo esto. Es  mentira: nosotros somos Los Beatles. Cuando empezamos, eramos nosotros cuatro,  nadie más. Despues vinieron Neil –el chofer-, Mal –el asistente-, Epstein –el mánager-, George Martin -el productor musical-, y todos los demás. Pero al principio, eramos solamente nosotros cuatro, los que tuvimos un sueño…”

De eso se trata, en suma. De tener un sueño, un propósito, y mantenerse en el camino. Cueste lo que cueste, y caiga quien caiga. Si sale, mucho mejor. Pero si no, al menos disfrutaste del camino. Los Gatos aterrizaron en Buenos Aires, con apenas 17 años promedio, o al menos, esa era la edad de Nebbia entonces. Y grabaron cinco años despues, con 22. Cinco años es mucho tiempo, para estar malviviendo de la música. Pero los tipos se la bancaron, y les salió bien. Los Almendra tuvieron la suerte de ser editados cuando Spinetta tenía apenas 20 años –aquel famoso primer disco con la tapa del payaso y la sopapa en la  cabeza-. ¡20 años! ¡Y los editó la RCA, nada menos! En una epoca en donde, por el simple hecho de ser editados, ya tenías prensa, difusión radial, todo. Claro, había que tener talento, además. Y el flaco lo tenía, sino, no seguiría cantando aún hoy. Spinetta, ojo. Los demás, es otra historia.

Es como Mc Cartney, que fue un Beatle, si. Pero el tio siguió. Y siguió, y siguió, y sigue. Los otros se hicieron jardineros –como George Harrison-, o simplemente se dedicaron a vivir su vida –como Ringo-. No pasa nada, está todo bien. Simplemente quiero remarcar que siempre debe haber alguien que tire del carro, que haga de caballo de tiro, digamos. El tiempo siempre pone las cosas en su lugar. En retrospectiva, el mismo Lennon, a quien adoro, ojo. Pero el tipo nunca tuvo un número uno. “Imagine” llegó al número 2 en los USA. Despues de muerto, no, claro está. Pero estoy hablando de antes. Mc Cartney, en cambio, tuvo varios números uno. Con Los Beatles, con los Wings, como solista. Ha ganado Grammys, ha hecho giras records, y sigue llenando estadios aún hoy, con casi 68 años. No es joda eso. Pero es que el quía está en otra liga, que duda cabe.

La seguimos otro día.

 

© Mario Ojeda, Granada, 21/8/2010

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