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marioojeda

Mantis religiosa

Mantis religiosa

Interesante y curioso a la vez. Al igual que la mantis religiosa, que se come al macho una vez terminado el coito con él, los músicos (bah, los artistas en general), suelen cometer errores bastante serios de apreciación, a propósito de lo que les conviene (o no) para desarrollar una carrera profesional con esto.

Como siempre insisto, esto es sólo una parte de la verdad, por así decirlo. O al menos una parte de “mi” verdad, lo cual no implica que mis apreciacionesd eban servir a todos por igual.

Así, por ejemplo, en éstos días, se han puesto de moda los conciertos “streamline”, o como catzo se diga, es decir, básicamente, y como para que el lector desprevenido lo entienda, la transmisión vía intenet de conciertos privados, realizados en casas de familia, aunque también se hacen desde bares musciales. Esto, que en un principio suena muy atractivo (si partimos del supuesto caso de que hay un tipo en, no sé, Finlandia o Japón, por ejemplo, interesado en verte y escucharte, y la única cierta posibilidad de hacerlo es, precisamente, que le trasmitas tu concierto por internet). Ahora bien, para notificar esta posiblidad, se anuncia la trasmición streamline vía redes sociales, es decir, facebook, twitter o similar. ¿Y que ocurre entonces? Bueno, en principio, lógicamente, que en tu red social puedes tener uno o dos “colegas” residentes en Finlandia o Japón, pero la mayoría… ¡son tus amigos! O coleguillas de profesión, o admiradore sinceros, digamos, que viven en tu ciudad o ciudades vecinas. Es decir, por llamarlos de otro modo mas académico, digamos, “público potencial” (Sino te vienen a ver tus amigos, ¿quién diablos te va ir a ver, si no suenas en la radio, y nadie –o muy pocos-, conocen tu nombre o tus canciones?...)

Para decirlo de otro modo, están limitando ellos mismos la posibilidad de vender más entradas a sus conciertos. Entiéndase bien: esto no es un concepto absoluto. Puedes hacerlo. Es más, me resulta divertido y apasionante. Pero si cada vez haces una cosa distinta, digamos. Es decir, dejando siemrpe la puerta abierta para que la gente peuda optar. O elegir ir a verte personalmente cantar, pagando una entrada para ello. Sino, si vas a grabar todas tus canciones y radiarlas por internet, o emitirlas en video… ¿quién va  ir a verte otro día? ¿Quién se va a plantear pagar una entrada para ir a verte cantar a un bar musical, con el frío que hace, y “lo a gustico que se está en casa”, para usar una expresión típicamente granadina, como para que alguien se tome la molestia (bueno, alguien que haya pasado su época de facultad, digo, porque a los estudiantes, por lo general, les importa un comino el frío: basta ver la cantidad de gente que se arrima al botellón los jueves, viernes y sábados por la noche) de ir a verte cantar, a escuchar o verte recitar tus poemas, o admirar tus pinturas en una exposición.

Como siempre digo: lo difícil en éstos días, no es sonar bien, que cualquiera que cante más o menos afinado y tenga los instrumentos mínimos para hacerlo bien -una guitarra por línea, un micrófono más o menos decente, etc.-, y algunas buenss canciones, seguramente va a poder conmover y gustar al público que pueda ir a verlo. No. Ese no es el problema. Justamente, lo difícil no es cantar, digamos. Lo realmente difícil, es lograr que vaya gente a tus conciertos. Que haya gente que pueda tomarse la molestia de pagar una entrada para ver y escuchar cantar a un tipo que no conoce apenas que de nombre, que jamás ha escuchado sus canciones por la radio –y al paso que vamos, jamás las va a escuchar-, que prefiera ir a un bar musical a ver un concierto, antes que quedarse en su casa mirando fútbol por TV, pongamos por caso.

Ese es el verdadero desafío en estos tiempos. Ser capaz de generar recuersos, o algún tipo de interés alternativo mediático, por llamarlo de algún modo, como para llamar la atención y que la gente vaya a verte. No sé, allá por medidados de los ´70, por ejemplo, los KISS se maquillaron. Y gracias a ello, armaron toda una leyenda acerca de sus disfraces y bla-bla. Eso les sirvió –en un principio, al menos-, para destacarse del resto, pero después tuvieron que defender sus extravagancias (y los trucos de humo y luces) con canciones, que de eso se trata. Y mal no les fue.

Ocurre que hoy, eso ya se ha hecho. Es como los grupos que filman un video, tocando en la terraza de un edificio: no es que no se pueda hacer, ojo. Es más: puede llegar a ser muy divertido, estimo.Pero voy al hecho de que eso también ya se ha hecho. Es más, los mismos Beatles lo hicieron a fines de 1969, meses antes de separarse. Es decir. ¡han pasado 40 años, macho! ¿Pensás que estás siendo original haciéndolo? Pero además, hay una cosa que es cierta, y nombré a los KISS adrede: los tipos tenían CANCIONES. Por eso llevan más de 35 años dando vueltas en el negocio. Y sí, muy probablemente, si quisieran salir hoy día, nadie les pasaría bola. Pero eso le ocurre a todos los clásicos. ¿Alguien piensa acaso, que con toda esta campaña de radiofórmulas y productos envasados, podría surgir en el mundo del “negocio” musical, un Neil Young, un Bob Dylan, o una banda como Yes o Led Zeppelin, por poner ejemplos al azar?

No, ni remotamente. Nos guste aceptarlo o no, esta es la cruda realidad. Menos un Serrat o un Luis Eduardo Aute, por ejemplo, tipos que prácticamente “hablan” sus canciones, más que cantarlas, y que a todo el mundo gustan. Si. Pero gustan porque llevamos escuchándolos una pila de años, no porque hayan surgido ayer. Porque hoy por hoy, la tendrían muy, muy cruda, eso es lo que pienso. Yo, como otros de mi generación, conocí una época –hasta principios de los ´80, por ejemplo., en donde las radiofórmulas te radiaban a Supertramp, a Queen, a Aerosmith, a Bruce Springteen… hoy, eso no ocurre más. O sucede en proporciones mínimas, mano “Classic Rocks”, o radios alternativas por el estilo. Digámoslo así: están, si, pero sólo las consume una mínima porción de audiencia. Si ya planteamos alguna otra vez la necesidad de un músico en ser difundido, radiado, para que se conozca su nombre, sus canciones, para que la gente lo identifique, y esto no ocurre… ¿cómo diablos se pretende desarrollar una carrera artística o musical? No ha lugar, sencillamente.

Es cierto también que las relaciones sociales han cambiado. Que la proliferación de redes sociales, canales alternativos, etc., ha cambiado todo el sistema de difusión. Pero, lamentablemente, aunque las posibilidades están, en teoría, abiertas por igual a todo el mundo, quiénes aún siguen teniendo el “control” de esos mismos espacios, siguen siendo-  aún cuando  vayan camino a desaparecer-, las antiguas compañías discográficas.

Esta es la sencilla razón por la cual, en páginas como Spotify, Facebook, o Myspace, por ejemplo, los espacios publicitarios pertenecen a compañías discográficas: ellas son las que sostienen publicitariamente esas carteleras. Revistas como “Mondosonoro”, “Rock de luxe”, o “This rock”, clásicas acá en España, y cada una con una porción equis de mercado lector –otro día analizaremos esa proporción-, se sostienen básicamente, no ya por la cantidad de ejemplares vendidos, sino, sencillamente, por los espacios publicitarios que contratan sellos “indies” como Subterfuge, Locomotive Music, o cualquier otro similar. ¿Conclusión? Bueno, que mayoritariamente esas revistas suelen –sin entrar a debatir acá si es verdadero o falso el talento que ciertos grupos tienen-, transformarse en “voceros publictarios” de ciertos y determinados grupos, que suelen ser reporteados, anunciados, analizados, descriptos, y desmenuzados hasta el hastazgo, número tras número. Es decir: los que aparecen son siempre los mismos. Para bien o para mal.

Dicho de otro modo: la historia se repite, pero a otra escala. Si en los “40 principales” y otras radio fórmulas pagas como esas, los que suenan son los Juanes, los Shakira, los Miguel Bosé, y demás etcéteras, en los  medios“indies” son siempre los mismos también.

Podría dar nombres, claro está. Pero digamos que estos grupos o solistas están más cerca de mi realidad cotidiana, y no quiero ganarme enemigos al pedo, que ya tengo suficientes. Ojo, no es un problema de “maldad”, digamos, esto que hacen. Las revistas necesitan sobrevivir. Por eso venden espacios publicitarios. Quiénes compran esos espacios, obviamente, tienen cierto peso a la hora de pedir determinadas atenciones. Que siempre suelen ser darle la mayor difusión posible a los grupos que ellos editan, en el caso de una discográfica. Grande o chica. Y punto. No hay nada que discutir. Ya en la época de Los Beatles pasaba. Brian Epstein llegó a comprar tiradas enteras del “Mersey Beat”, la pequeña revista musical de Liverpool que fue la primera en darles atención, solamente para asegurarse que iba a seguir publicándose, y dándole difusión a “sus chicos”. Hasta que, finalmente, compró la revista.

Es decir. Seguramente Sir Paul Mc Cartney no va a estar de acuerdo conmigo en esto que voy a escribir, pero es lo que pienso: si no hubiera existido un Brian Epstein, no hubiera habido Beatles, es así de sencillo. Como tampoco hubiera habido un Bob Dylan, si no hubiera existido un John Hammond para contratarlo, grabarlo y editarlo. O sin un Sam Philips en Sun Records, por ejemplo, para grabar y editar a un tal Elvis Presley: siempre es así. Guste o no, y hay que aceptarlo como tal.

Obviamente, si uno está moviéndose, insitiendo, llamando la atención, haciendo cosas, tienen más posibilidades de que lo contarte y lo difunda… si te quedas en tu habtación, tocando la guitarra y quejándote por lo injusto que es el mundo, evidentemente ahí no, seguramente no va a salir nada.

En fin. Seguimos debatiendo ideas. Hasta otra.

© Mario Ojeda, Granada, 15/2/2010

1 comentario

LUIS ALEJANDRO BOUTET -

Hola Mario, me gusta tu afilado e incisivo espíritu crítico sobre la conducta de la gente vinculada al arte, que no es otra cosa que la de la sociedad misma. Cuando expresas que lo que vale es la camción que queda para la posteridad no hay ninguna duda que eso es una gran verdad y que también lo es la dignidad del músico perseverante trabajando en su labor cotidiana de crear, interpretar y cantar música en vivo y difundirla por cuanto medio o canales aternativos existan. Ahora bien, lo qe no parece ser incompatible es que alguien que haya hecho algo con o por la musica y realizado alguna o algunas canciones apetecibles por el público del momento y el lugar sea exonerado o descalificado de la actividad musical por no haber seguido haciéndolo, ya que esa depuración la hacen los productores o el público, o no (los recuerdos tambien se comercializan). No parece haber un antagonismo entre los talentosos despreocupados y los laburantes comprometidos de la música, para reflejar dos extremos. Los primeros son olvidados más rapidamente que los últimos pero lo que al fin importa es que la música quedó. Basta ver el ejemplo de la mayoría de los músicos unversalmwnte conocidos y reconocdos por 2 o tres temas hasta el hartazgo, habiendo dado su mayor esfuerzo, por ejemplo el mismisimo Bruce Sprigteen con su inolvidable Streets of Philadelfia; Born in the US, Two Siluets o qué se yo? Only You y 16 Ton by The Platers). Bienvenidos sean los autores que nacieron para dar a luz aunque más no fuera una sola canción memorable, verbi gracia los ebrios tirados en las callesitas de Buenos Aires que le parafraseaban ideas de canciones de tango a Enrique Santos Discépolo y finalmente se convertían en inolvidables acordes tangueros. Si la canción vale la pena qué bueno es seguir tocándola aunque sea de autor anónimo y por quien sea no ? Respecto de la comercialización o difusión de la música vía Internet tampoco parece tener nada de malo eso, sin embargo no hay nada comparado con los recitales o conciertos en vivo porque son los que congregan a la gente y generan un ambiente de integración entre el público y los musicos dejando grabado en la memoria lo acontecido e incentivando a otros a reproducir el fenómeno masificador de la música, catalizador de emociones y cristalizador de las vivencias humanas. Por último, eso de los buenos musicos y buenas personas puede darse como no, sin embargo antes de eso habría que definir o convenir primero quien es músico y quién no, si con ser un buen artista ya le alcanza para proyectarse aunqe no sea gran cosa. Hasta la vista Mario.